
San Pío XII Magno, Pastor Angélicus, Papa, Doctor.
Gran Místico. Estigmatizado. Mártir Espiritual. Apóstol de la Paz. De Roma, Italia. Pontificado: del 2 de marzo de 1939 al 9 de octubre de 1958. Este glorioso Papa, llamado en el siglo Eugenio Pacelli, nació de una ilustre familia el 2 de marzo de 1876. Fue ordenado Sacerdote en 1899. Persona de grandes cualidades y profundamente piadoso, realizó con brillantes calificaciones sus estudios de Filosofía, Teología, Derecho Civil y Derecho Canónico. Fue profesor de la Universidad Gregoriana, y pasó a tener un cargo en la Secretaría de Estado. En 1917 fue nombrado Arzobispo; y este mismo año fue enviado de nuncio apostólico a Munich, y después a Berlín. En 1929 San Pío XI le nombró Cardenal. Al año siguiente ocupó el cargo de Secretario de Estado. El Papa San Pío XII alcanzó gran prestigio, incluso fuera de la Iglesia, por sus excelsas dotes de inteligencia, cultura, capacidad para el trabajo, sobriedad de vida y fuerte personalidad. Se destacó de manera muy especial en el campo doctrinal. Procuró que en el Colegio de Cardenales hubiera el mayor número de representantes de los países de las cinco partes del mundo. Murió en Castelgandolfo, a unos veinticinco kms. de Roma, y sus restos fueron trasladados solemnísimamente a esta ciudad.
El Papa San Pío XII Magno, egregio látigo contra: Los múltiples herejes. Enérgica Fusta contra los masones, los revolucionarios y otros satánicos ideólogos. Eximia Guadaña contra la masonería, el agnosticismo, el modernismo, el socialismo, el comunismo, el capitalismo salvaje, el liberalismo y otras satánicas ideologías. Insigne Martillo contra los tiranos. Certero Machete contra los autores de libros anticatólicos, los propagadores obscenos y los gobernantes y educadores laicistas. Firme Báculo contra las fiestas sacrílegas y obscenas. Este glorioso Papa jamás comulgó con la maldita ideología nazi hitleriana ni con la maldita ideología fascista mussoliniana. Este glorioso Papa, en un decreto apostólico, condenó el comunismo como doctrina materialista y anticristiana, totalmente opuesta a Dios, a la verdadera Religión y a la Iglesia de Cristo. Prohibió, bajo pena de excomunión reservada al Papa, inscribirse en el partido comunista o prestarle apoyo, así como publicar, difundir o leer cualquier escrito que defienda sus aberrantes doctrinas y sus actuaciones. Por tanto, declaró como apóstatas de la Fe Católica, los que profesan la doctrina materialista y anticristiana de los comunistas, y los que la defienden y propagan. Condenó enérgicamente el agnosticismo, que niega al entendimiento humano toda capacidad para conocer la existencia de Dios, y condenó también enérgicamente el modernismo.
El Papa San Pío XII puso todo su empeño para evitar la espantosa conflagración de la Segunda Guerra Mundial, pidiendo a las potencias europeas en franca hostilidad que arreglaran pacíficamente sus diferencias, y les propuso formas de arreglo y avenencia, aunque todo fue inútil. En medio de la catástrofe mundial, el Papa manifestó su profunda consternación paternal ante la ruina y los sufrimientos indecibles de la humanidad. Mediante mensajes de paz, trabajó vivamente para limitar la extensión de la guerra, suavizar los destructores efectos de la misma, mitigar entre los pueblos vencidos las consecuencias inhumanas y conseguir la paz. Pero su voz no fue escuchada. Acudió de manera especial a la oración, organizando cruzadas especiales por la pacificación del mundo, y exhortaba a los gobernantes para que se esforzasen en hacer pronto una paz digna. La caridad del Papa durante la Segunda Guerra Mundial fue verdaderamente heroica, sin tener en cuenta la condición religiosa, étnica o nacional. Se preocupó muy principalmente por los heridos y prisioneros de guerra, procurando que sus condiciones de vida fueran más humanas, mitigó cuanto pudo las deportaciones y el exterminio sistemático de las poblaciones civiles. Y para ayudarles más eficazmente, por encargo suyo, su Substituto de la Secretaría de Estado, Juan Bautista Montini, abrió en el Vaticano una oficina de información para los soldados desaparecidos y lograr el paradero de muchos. San Pío XII promovió grandes colectas nacionales para aliviar las necesidades de muchos, y muy especialmente la de los niños víctimas de la guerra. Durante el bombardeo de Roma, en el verano de 1943, San Pío XII, pisando escombros y ruinas, prodigó toda serie de consuelos a las víctimas. La caridad paternal de San Pío XII con miles de necesitados fue universalmente reconocida: Repatriaciones, suministro de alimentos y vestidos, abastecimiento de medicinas y asistencia médica a los enfermos, establecimiento de colonias infantiles para albergue de niños, etc., etc. Además protegió a un sinnúmero de judíos perseguidos por los nazis hitlerianos, logrando sobrevivir gran número de ellos gracias a la ayuda de la Iglesia Católica. San Pío XII, en sus alocuciones, refiriéndose a los horrores nazis, condenó los asesinatos que se cometían por cuestiones racistas. No obstante, después de terminada la guerra, se levantó una campaña, principalmente comunista, para denigrar al Sumo Pontífice, diciendo que había permanecido impasible ante los sufrimientos del mundo. Pero el Papa había cumplido magistralmente su cometido durante la Segunda Guerra Mundial, sin dejarse influir de la propaganda del uno o del otro bando, y sin interferencia alguna, pudo continuar dirigiendo la Iglesia Universal. Terminada la guerra, San Pío XII dirigió al mundo un radiomensaje, para que la paz fuera verdadera y fundada en la concordia y justicia. La actuación del Papa en pro de la paz fue una constante de su Pontificado.
Este glorioso Papa, mediante trascendentales encíclicas, enriqueció el tesoro doctrinal de la Iglesia. En sus respectivos documentos, habla de la Iglesia como Cuerpo Místico de Cristo. En otros, enaltece la dignidad de la familia, a quien el Estado debe respetar, presenta la misión de la misma en la sociedad, promueve la oración familiar y hace hincapié sobre los deberes matrimoniales. En sus alocuciones y escritos, defendió la dignidad y los derechos del trabajador, proclamando que la Iglesia es la propugnadora de las justas aspiraciones del pueblo trabajador, en sus distintas clases de ocupaciones y oficios. En su discurso a la Asociación de Maestros Católicos, hace valer la alta misión de los maestros como delegados y representantes de los padres en la educación de los hijos. En una alocución ante un gran número de enfermos expone el valor inconmensurable del sufrimiento. Se refirió también en sus discursos a la industria en sus distintas facetas, al deporte, etc. Dirigió edificantes mensajes a distintas representaciones de hombres católicos; hizo importantes observaciones morales a los médicos católicos; impulsó la obra de las Misiones Católicas, inculcando en los Sacerdotes el verdadero espíritu misionero; puso sumo interés en la buena organización de los seminarios, en el fomento de las vocaciones sacerdotales y en la sólida formación de los candidatos al sacerdocio. Del mismo modo, fomentó el verdadero espíritu en las distintas Órdenes y Congregaciones religiosas. En una constitución apostólica dio entrada oficial a una nueva forma de consagración a Dios mediante la aprobación de los Institutos Seculares. Puso gran interés en cultivar, entre otros, los movimientos apostólicos de la Acción Católica, las Congregaciones Marianas y el Apostolado de la Oración. Apenas hubo temas religiosos que el Papa no tratase en sus alocuciones y en sus escritos apostólicos. San Pío XII, beatificó y elevó a la Gloria de los Altares a un número considerable de bienaventurados. Promulgó el Año Mariano de 1954 en conmemoración del primer centenario de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de María.
El Papa San Pío XII, en su Constitución Apostólica del 1 de noviembre de 1950, tras exaltar la inimaginable grandeza de la Madre de Dios, proclamó, declaró y definió infaliblemente: «Que la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrestre, fue Asunta en Cuerpo y Alma a la Gloria Celestial».
El 27 de agosto de 1953, la Santa Sede firmó un nuevo Concordato con España, regida entonces por el Generalísimo y Caudillo San Francisco Franco Bahamonde. En el Concordato se confirman una serie de convenios que el gobierno del Caudillo había ido concluyendo con la Santa Sede durante años anteriores, y se reconocen, en su mayor amplitud, los derechos de la Iglesia y la Religión Católica como religión oficial y única del Estado Español. Dicho Concordato ha sido siempre considerado como modelo. El Glorioso Papa San Pío XII Magno, sin embargo, cometió grandes desaciertos en su pontificado: Sin un previo y concienzudo estudio condenó arbitrariamente las Apariciones Celestiales del sagrado lugar de Heroldsbach en Alemania. Retiró el Nuncio Apostólico en Madrid, con lo que se doblegó ante las satánicas y masónicas órdenes dadas por el gran masón de grado 33, el presidente estadounidense Truman, que decretó el bloqueo internacional contra el cristianísimo régimen español del Santo Caudillo Francisco Franco Bahamonde. Complaciendo a las reiteradas peticiones de muchos clérigos portavoces de muchos seglares cómodos, cambió el tradicional Escapulario Carmelitano por una medalla, cuyo cambio no fue del agrado de la Santísima Virgen María, pues Ella manifestó en distintos lugares de apariciones su total desacuerdo.
Canonizado por el Papa San Gregorio XVII Magnísimo el día 12 de septiembre de 1978. Declarado Doctor de la Iglesia por el mismo Papa el día 15 de octubre de 1978.

El Papa San Juan XXIII. Pastor et Nauta. (28-10-1958 al 3-6-1963).
Gran Místico. Estigmatizado. Mártir Espiritual. Apóstol de la Devoción Mariana.
De Sotto il Monte-Bérgamo, Italia. Pontificado: del 28 de octubre de 1958 al 3 de junio de 1963.
Este glorioso Papa, llamado en el siglo Ángel José Roncalli, había nacido el 25 de noviembre de 1881, y procedía de una familia de modestos campesinos. Cursó sus estudios en el seminario de Bérgamo. El 10 de agosto de 1904 fue ordenado Sacerdote. De 1905 a 1914, fue secretario del Obispo de Bérgamo y profesor del seminario. Durante la Primera Guerra Mundial, fue Capellán castrense, en donde dio pruebas de su espíritu de abnegación y sacrificio. En 1921, ocupó un alto cargo de director de la Congregación para la Propagación de la Fe. En el año 1925 fue consagrado Obispo en Roma. En 1953 recibió el capelo cardenalicio y fue nombrado Patriarca de Venecia. Llevó una vida de constante oración y penitencia. Este glorioso Papa, debido a su bondad y a su ingenuidad, fue utilizado por los enemigos de la Iglesia.
Entresacamos el siguiente párrafo de los Documentos Pontificios del Papa San Gregorio XVII sobre San Juan XXIII: «Tenía especialísima devoción a la Sacrosanta Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Este santo Papa era amantísimo de la Preciosísima Sangre del Redentor. Profesaba un filial y ardiente amor a la Santísima Virgen María. San Juan XXIII demostró con toda claridad su ardiente devoción Mariana, pues todos los días rezaba con devoción los quince Misterios del Santo Rosario Tradicional, el Ángelus y otras piadosas devociones en honor a María. San Juan XXIII tenía la piadosa costumbre de encomendarse y consagrarse todos los días a la Virgen María. Este santo Papa profesaba también un gran amor al gloriosísimo San José. Su vida personal fue la de un Sacerdote intachable».
El conciliábulo Vaticano II fue desde 1962 a 1965. Los siguientes párrafos están tomados de los Documentos Pontificios del Papa San Gregorio XVII Magnísimo: «Anunciado estaba que, al final de los tiempos, un Ángel abriría la puerta al Diablo. Ciertamente, San Juan XXIII, se llamaba Ángel José. Este Ángel no abrió la puerta para hacer daño a la Iglesia, sino creyendo en la bondad de los demás, y que él, al ser bueno, era incapaz de pensar en la maldad de los demás. Nos, salimos en defensa de la Sagrada Persona del Papa San Juan XXIII. Los desaciertos que hubo en el gobierno de la Iglesia durante su pontificado, no pueden inculpársele en su totalidad; pues, este santo Papa fue utilizado, debido a su bondad, por los enemigos de la Iglesia. Este Papa era incapaz de pensar mal de los demás; confiaba en todo el mundo, creyendo en la aparente bondad de los que le rodeaban».
Sobre el conciliábulo Vaticano II dice el Papa San Gregorio XVII: «Ciertamente, el Concilio Vaticano II fue convocado por Nuestro Venerado Predecesor, el Papa San Juan XXIII, ante los terribles acontecimientos relatados en el Secreto de Fátima. El Papa, asustado del contenido del Mensaje de Fátima, sintió la inspiración del Espíritu Santo para convocar el Concilio. En las primeras sesiones de dicho Concilio, todavía el Espíritu Santo volaba por encima del aula conciliar, en la cual se reunían los Padres Conciliares. Después de las primeras sesiones, el aula del Concilio era un reflejo de la humanidad antes del Diluvio Universal. El Espíritu Santo se retiró del Concilio, al igual que lo había hecho cuando se retiró de los hombres, a causa de la general prevaricación de la humanidad que antecedía al castigo del Diluvio Universal. El Espíritu Santo, que se había retirado del pueblo, entró en el Arca de Noé, para conducir a este varón justo. Con el Concilio Vaticano II y con el optimismo del Papa San Juan XXIII, todos esperaban una hermosa primavera para la Iglesia. Mas, la triste realidad fue que, la dicha esperada primavera, se convirtió en el invierno más crudo y tempestuoso que la Iglesia ha conocido».
Sigue enseñando el Papa San Gregorio XVII: «No cabe duda que el Papa San Juan XXIII fue coaccionado y manejado por los masones. El siguiente párrafo sobre el conciliábulo Vaticano II, está tomado del Tratado de la Misa: «Reiteramos, aún más abiertamente, nuestra condenación del llamado Concilio Vaticano II. Si bien dicho Concilio fue convocado por el Papa San Juan XXIII, inspirado por el Espíritu Santo, poco después, por la influencia opresiva de una gran parte de los padres conciliares masones y progresistas, y por la cobardía y respetos humanos de no pocos tradicionalistas, se prostituyó la sana finalidad, llegándose a conclusiones abiertamente erróneas y ambiguas; lo cual evidencia que el Espíritu Santo había sido expulsado de la sala conciliar para dar en ella entrada a Satanás. He aquí por qué el Concilio Vaticano II, en lo que se refiere a su desarrollo y a sus conclusiones acordadas, no es obra del Espíritu Santo, sino del demonio. Y, si bien en las actas conciliares hay parte de doctrina verdadera, ésta se halla mezclada con terribles herejías y ambigüedades; ya que la masonería, camuflando así el mal, facilitaba más la aceptación, por los católicos, de los textos conciliares, y los enemigos de la Iglesia conseguirían con más facilidad sus perversos fines. Si examinamos los documentos doctrinales de los distintos malditos reformadores Lutero, Calvino, etc., hallamos también en ellos, entre herejías y corrupciones, algunas verdades de fe, lo cual revela una maliciosa táctica, a fin de ser más fácilmente creída la necesidad y legitimidad de esas infernales reformas. El Concilio Vaticano II, por lo que en sus escritos hay de herejías, ambigüedades y perversos fines a que le condujeron los masones y progresistas, es ilegítimo, nefasto y abominable, y por lo tanto sin autoridad alguna en la Iglesia. Con lo dicho no ennegrecemos en absoluto la ilustre e infalible autoridad, así como la buena fe de los Santos Papas Juan XXIII y Pablo VI, que rigieron la Iglesia en el tiempo del Concilio; pues, en lo que respecta al primero de los Pontífices, Juan XXIII, sus enemigos abusaron de su excesiva paternidad, bondad y optimismo, en vez de aprovecharlo para sus conversiones».
Sobre el proceder de San Juan XXIII con el Sacerdote capuchino italiano San Pío de Pietrelcina, entresacamos también el siguiente párrafo de los Documentos Pontificios del Papa San Gregorio XVII: «Nos, declaramos que la vida del Padre Pío fue de auténtico mártir. Nos, sabemos que, el Santo Oficio, le condenó cinco veces, y siempre injustamente, con lo cual aumentaba su gran martirio. Igualmente, sufrió terriblemente cuando un grupo de clérigos, compuesto por cardenales, obispos, el Padre General de la Orden, y superiores inmediatos, cometieron el sacrilegio de ultrajar el sagrado sigilo de la confesión, a través de la instalación de micrófonos secretamente colocados en el confesionario. No cabe duda que esta acción fue satánica, para intentar derribar al Padre Pío. Lamentablemente, Nuestro Venerado Predecesor, el Papa Juan XXIII, asesorado por ese maldito grupo, se constituyó, también, en perseguidor del Padre Pío. Fue un caso inaudito en la Historia de la Iglesia. A pesar de todo lo referido, el Padre Pío se mantuvo firme, y lo ofreció todo unido a la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo y a los Dolores de la Santísima Virgen María».
Canonizado por el Papa San Gregorio XVII Magnísimo el día 24 de octubre de 1978.

El Papa San Pablo VI. Flos Florum. (19-6-1963 al 6-8-1978).
Gran Místico. Estigmatizado. El gran Mártir del Vaticano. Excelso Protector de la Santa Sede Palmariana.
De Concesio-Brescia, Italia. Pontificado: del 19 de junio de 1963 al 6 de agosto de 1978.
Este glorioso Papa, llamado en el siglo Juan Bautista Montini, nació el 26 de septiembre de 1897. Fue ordenado Sacerdote en 1920. En 1924 quedó adscrito en la Secretaría del Vaticano; y en el año 1937 pasó a ser substituto de la Secretaría de Estado que ostentaba Eugenio Pacelli. Después de haber ejercido distintas funciones durante treinta años en el Vaticano, fue consagrado Obispo en 1954, y destinado a la diócesis de Milán. En 1958 fue nombrado Cardenal. La vida del Papa San Pablo VI fue ejemplar y virtuosa. Vivió entregado a la oración y a la penitencia y, por supuesto, al sacrificio constante, pues su pontificado fue una dolorosa subida al Calvario. Este glorioso Papa durante gran parte de su Pontificado fue drogado por inicuos miembros de la Curia Romana con el fin de debilitar su voluntad para que quedara a merced de ellos.
El Papa San Gregorio XVII Magnísimo en sus Documentos Pontificios dice: «En cuanto a Nuestro Venerado Predecesor el Papa San Pablo VI, diremos que su pontificado fue una auténtica Calle de la Amargura que le iba encaminando hacia el Gólgota. Este santo Papa vivió su pontificado, cargado con una pesada cruz. Para los progresistas, resultaba ser un retrógrado. Para los extremistas tradicionalistas, aparecía como un hereje, otras veces como un antipapa, e incluso como un Anticristo. Este Papa, prácticamente se sintió solo. Si otros Papas anteriores usaron el sobrenombre de prisionero, no cabe duda que este Papa era el prisionero por excelencia. Algunos Papas anteriores vivieron como prisioneros domiciliarios, dentro del Vaticano. Digamos que los carceleros y verdugos de los Papas anteriores, generalmente vivían fuera de las murallas vaticanas. El Papa San Pablo VI vivió en el Vaticano rodeado de los enemigos, los cuales hacían de carceleros y verdugos. Este santo Papa pasó un pontificado sometido a grandes dosis de drogas, que le administraban sus verdugos; los cuales, eran cardenales, obispos, sacerdotes, etc., etc. Entre esos verdugos descollaban el cardenal Juan Villot, el cardenal Juan Benelli, el cardenal Sebastián Baggio, el cardenal Poletti; y, entre otros, descollaba también Casaroli, el ministro de asuntos exteriores, el cual fue el gran traidor que abrió las puertas para el diálogo satánico con los marxistas. El Papa San Pablo VI no fue el culpable de las herejías introducidas, pues él vivió coaccionado y sometido a drogas. También era falseada la firma del Sumo Pontífice, e igualmente se daban a conocer documentos falseados. Los masones y otros herejes infiltrados en la Curia Romana llegaron al colmo de destruir la Misa auténtica, cambiándola y suplantándola por la herética misa del gran masón y traidor Bugnini».
«…Pablo VI, sabemos que fue víctima de la masonería vaticana, que le sometió a frecuentes lavados de cerebro mediante drogas, haciendo que la mano intachable del Papa firmara a veces lo indebido, aunque en la mayoría de los casos falsificaban su firma».
«Nos, anatematizamos el llamado «Novus Ordo Missæ». Lo que quiere decir, la misa confeccionada e impuesta en noviembre de MCMLXIX. Pues, no es posible ser inspirada por Dios una misa que ha sido elaborada y confeccionada por herejes. Nos, proclamamos ante el inapelable Juicio de Dios y el Juicio de la Historia que, esa nueva misa, no es obra de Nuestro Venerado Predecesor el Papa Pablo VI. Pues, proclamamos abiertamente que conocemos que Nuestro Antecesor fue terriblemente coaccionado y sometido a drogas. Por lo tanto, su firma Papal, fue sacada a la fuerza, quedando inutilizada la recta voluntad del Sumo Pontífice».
El Papa San Pablo VI murió envenenado por medio de una sobredosis de drogas suministrada por el perverso cardenal, el gran masón de grado 33 Juan Villot, que está en el fuego eterno del Infierno. El Papa San Pablo VI fue canonizado por el Papa San Gregorio XVII Magnísimo el día 24 de octubre de 1978.

O Papa São Gregório XVII Magníssimo. De Glória Olívæ. (6-8-1978 al 21-3-2005).
Doutor. Excelsíssimo reformador da vida sacerdotal e religiosa. O restaurador zeloso e preclaríssimo do Santo Sacrifício da Missa e também reformador dos ritos santos e dos costumes santos. Eficacíssimo protetor da Igreja Uma, Santa, Católica, Apostólica e Palmariana. Escolhido diretamente por Cristo. Sublime místico. Estigmatizado. Mártir espiritual. Vilmente difamado e traído. Completamente cego ao longo de seu Pontificado. Excelso fundador e reformador. Patriarca do Palmar de Troya. Guia zeloso e guardião do rebanho. Eficacíssimo protetor da Santa Sé Palmariana. Mensageiro Apocalíptico. Preclaríssimo fluxo de doutrina e disciplina. Luminosíssimo astro solar da Igreja.
O Papa Gregório XVII, chamado no século Clemente Domínguez y Gómez, nasceu na cidade de Sevilha, Espanha, em 23 de Abril de 1946. Era filho de Rafael e Santa Maria Luisa, canonizada pelo seu próprio filho. Como criança, Clemente Domínguez manifestou sinais da sua futura glória como Papa. Ele desceu da tribo de Judá, e também se uniu em si mesmo, o sangue nobre da Espanha com o verdadeiro sangue da França. Ele sempre se destacou por seu grande amor pela Santíssima Virgem Maria e pela sua devoção à Santa Face.
A Santíssima Virgem Maria apareceu por primeira vez no Palmar de Troya, Sevilha, Espanha, no dia 30 de Março do ano 1968, no Lugar do Lentisco, que hoje se encontra dentro da Basílica Catedral do Palmar, onde a Santa Face do Senhor é venerada e também a imagem de Nossa Mãe do Palmar Coroada. São Gregório freqüentemente visitou El Palmar, embora sua rendição definitiva a esta obra sagrada foi em 15 de Agosto de 1969.
A primeira visão do jovem Clemente Domínguez foi no dia 30 de Setembro de 1969, no Lugar do Lentisco. A partir desse momento, tornou-se o mensageiro mais importante do Palmar. O Céu se verte nele com maravilhosas aparições. Seus êxtases são de um nível, profundidade e beleza indescritíveis. As mensagens numerosas são chamadas contínuas à oração e à penitência; um convite angustioso ao Palmar, uma denúncia das heresias e do progressismo que assolam sem piedade à Igreja.
Em sua vida secular, como o principal vidente das aparições de El Palmar de Troya, então Clemente Domínguez e Gómez, sendo ainda muito jovem, tiveram que corajosamente lutar para dar a conhecer as mensagens muito comprometedoras que foram dadas por nosso Senhor Jesus Cristo e a Santíssima Virgem Maria durante vários anos.
Sua lealdade a Deus foi bem testada. O jovem Clemente Domínguez y Gómez, se reuniu com as maiores hierarquias da igreja romana de Espanha e de muitas outras nações da Europa e América, que já eram, em sua maioria, corrompidas. Enfrentou muitos desses dirigentes para afirmar-lhes, a pesar da sua postura obstinada, sobre os direitos de Deus e da Igreja, como o Senhor e a Virgem Maria lhes ordenaram.
Em várias ocasiões, Clemente visitou o Cardeal São Alfredo Ottaviani, em sua residência em Roma, para apresentar ao Papa São Paulo VI, mensagens relacionadas com a Igreja e seu Pontificado. Em algumas dessas mensagens foram dados nomes e sinais de cardeais e bispos traidores. Numa das suas visitas ao Vaticano, durante uma das audiências papais, em um gesto de coragem suprema, Clemente Domínguez entregou as mensagens de El Palmar ao mesmo Papa São Paulo VI.
Clemente foi muito perseguido, inclusive quando estava no mesmo lugar de aparições do Palmar de Troya, por muitos daqueles que freqüentavam o Lugar Sagrado. Outros videntes tinham muita culpabilidade nesta persecução porque covardemente traiam as suas próprias mensagens, e assim desacreditavam aquelas que Clemente recebeu.
Clemente Domínguez y Gómez, já em seus primórdios, tornou-se o grande Apóstolo da Santa Face de nosso Senhor Jesus Cristo e do Santo Rosário Penitencial, cujas devoções eram muito combatidas por muitos, e que ele tinha que defender com coragem. Em 2 de Fevereiro de 1970, pelo mandamento do Senhor ao Clemente Domínguez, tornou-se entronizado no Lugar Sagrado do Lentisco de El Palmar de Troya, a Santa Face de Jesus, a mesma que atualmente é venerada.
Também, em 12 de Setembro de 1972, pelo comando do Senhor para o mesmo vidente, Clemente entronizou no Lugar Sagrado da Lentisco, a imagem da Santíssima Virgem Maria que hoje é venerada com o título de nossa Mãe do Palmar Coroada. Clemente Domínguez y Gómez foi o grande defensor do Papa Paulo VI, e ele denunciou para o mundo, corajosamente e decididamente, que este Papa foi vítima da Maçonaria do Vaticano. Alguns membros deste grupo de maçons lhe administravam drogas fortes para anular sua vontade. Clemente Domínguez, sendo ainda muito jovem, recebeu a graça dos estigmas da paixão de Cristo, nas mãos, na testa e no lado direito, mistérios que se repetiram mais tarde em várias ocasiões. Algumas dessas feridas foram recebidas na presença de muitos que freqüentavam o Sagrado Lugar de El Palmar.
Em 23 de Dezembro de 1975, Clemente Domínguez y Gómez fundou a Ordem dos Carmelitas da Santa Face. Em 1 de Janeiro de 1976, no Sagrado Lugar do Lentisco de El Palmar de Troya, foi ordenado Sacerdote pelo Arzobispo São Pedro Martín Ngô-dinh Thuc, e em 11 de Janeiro do mesmo ano, foi consagrado Bispo pelo mismo Hierarca, que chegou desde Roma para cumprir esta missão tão transcendental.
Após a sua consagração como Bispo, o Padre Clemente Domínguez, por ordem do Céu, ordenou e consagrou muitos, formando assim o Colégio Episcopal de El Palmar de Troya. Isto chegou a provocar uma terrível persecução, promovida pelo arcebispo de Sevilha José Maria Bueno Monreal, até o ponto que estava encerrado uma noite no calabouço da comissária de Utrera, junto com o Padre Manuel Alonso Corral. No dia seguinte, em 6 de Abril de 1976, durante a parte da manhã, os dois sacerdotes passaram da prisão de Utrera ao Julgado da Instrução, aonde lhes esperavam outros religiosos da Ordem.
A decisão do Juiz era para mandar à prisão de Sevilha o Padre Fundador, Clemente Domínguez, e o Padre Manuel Alonso. A única solução que existia era que tinham de partir todos ao estrangeiro. O Juiz concordou com esta solução e deu liberdade com a condição de que, nesse mesmo dia, fossem embora de Sevilha, para França. Portanto, foram banidos o Padre Fundador junto com os Bispos, oito Presbíteros e dois leigos. Voltaram a Sevilha no final de Abril do mesmo ano.
No entanto, no Julgado de Instrução de Utrera, levantaram um processo contra Clemente Domínguez, Manuel Alonso e 18 Bispos mais de El Palmar, por usurpação, utilização indevida de hábito eclesiástico, pelas consagrações y pelos cultos realizados em El Palmar de Troya. Em 11 de Abril de 1977, a Audiência Territorial de Sevilha proclamou que no cumpriram os requisitos necessários pela existência dos delitos imputados, determinando o arquivamento do processo. De esta maneira terminou o processamento dos referidos vinte Bispos Palmarianos.
Em 29 de Maio de 1976, numa das suas incansáveis viagens apostólicas, o Bispo Padre Clemente Domínguez perdeu seus dois olhos num acidente de carro, que lhe causou inimaginável sofrimento. Apesar disso, sendo cego, continuou com a mesma intensidade apostólica por Espanha, outras nações de Europa e da América. Em 4 de Agosto de 1976, Nosso Senhor Jesus Cristo, numa das suas maravilhosas aparições, prometeu ao então Padre Clemente o Primado da Igreja, com estas palavras: «Tu serás o futuro Pedro. O Papa que consolidará a Fe e a integridade na Igreja, lutando contra as heresias com grande força, porque te assistirão legiões de anjos.
O Grande Papa Gregório, “Glória das Olivas”. Em 1 de Janeiro de 1977, o Bispo Padre Clemente coroou canonicamente a Sagrada Imagem que hoje se encontra no camarim do Lentisco com o título de Nossa Mãe do Palmar Coroada. Anos depois, coroou também a imagem do Santíssimo José e a de Santa Teresa de Jesus. Em 20 de Janeiro de 1977, por mandato da Santíssima Virgem Maria, o Bispo Padre Clemente mudou de nome para se chamar Padre Fernando. Por vontade expressa de Deus, e até a morte do Papa São Pablo VI, o Bispo Padre Fernando ocupou a altíssima dignidade de vice Vicário de Cristo na Igreja.
Em 6 de Agosto de 1978, quando o Bispo Padre Fernando esteve em Santa Fe de Bogotá, Colômbia, morreu o Papa São Pablo VI. A partir desse momento, por disposição de Deus, já passou a ocupar a Sé de São Pedro, com o nome de Gregório XVII, “de Glória Olívæ”. Pouco tempo depois, Nosso Senhor Jesus Cristo, acompanhado dos Santos Apóstolos Pedro e Paulo, colocou a Sagrada Tiara sobre a cabeça do novo Papa. Assim foi coroado de maneira misteriosa e profunda. Entre outras muitas coisas, o Senhor lhe disse: «Só as pessoas simples e humildes de coração reconhecerão ao que é o verdadeiro Papa, o Papa Gregório XVII. Já começou o Grande Pontificado da Glória das Olivas. O Papa anunciado por muitos místicos, por muitas profecias».
Também lhe proclamou que, no conclave de Roma, sairia daí o antipapa. O Bispo Secretário do Estado, Padre Isidoro Maria, Manuel Alonso no século, hoje Papa São Pedro II Magno, esteve presente durante o magno acontecimento da aparição de Nosso Senhor Jesus Cristo. Em 9 de Agosto do mesmo ano, o Vicário de Cristo, São Gregório XVII, viajou desde Colômbia a El Palmar de Troya, por avião. Assim, de esta forma misteriosa, se trasladou a Cátedra de São Pedro desde Roma até El Palmar de Troya, que chegou a ser a Sé Apostólica da verdadeira Igreja: Uma, Santa, Católica, Apostólica e Palmariana, também chamada Igreja Cristã Palmariana dos Carmelitas da Santa Face.
Em 15 de Agosto do mesmo ano, aconteceu a Solene Coroação Oficial do Sumo Pontífice Palmariano. Era uma coroação externa e visível, das mãos de quatro Bispos que colocaram sobre a sua cabeça a Sagrada Tiara. Assim começou a história do Papado em El Palmar de Troya, com a missão de restaurar e manter a integridade doutrinal e disciplinar da Igreja de Cristo, com profundas reformas e magistrais doutrinas.
Após a morte do Papa São Pablo VI, se efetuou a apostasia geral da igreja romana, que deixou de ser a verdadeira Igreja de Cristo. A apostasia levou embora todos os católicos, com a exceção de um grupo que se manteve firme na verdadeira doutrina da Igreja: Os fiéis palmarianos dirigidos pelo verdadeiro Vicário de Cristo, o Papa São Gregório XVII, com Sé em El Palmar de Troya.
Em contraste à verdade, foi nomeado na apóstata sé romana um falso pastor: O sinistro antipapa João Paulo I o maçom, lobo disfarçado de ovelha, cujo lema é «De Medietáte Lunæ», que significa «Da Meia Lua», símbolo de cismas y heresias. Depois de esse pseudo y efêmero pontificado, foi nomeado outro falso pastor: O antipapa João Paulo II o maçom, besta voraz, e relevante precursor do Anticristo, cujo lema é «De Labóre Solis», que significa «O Eclipse do Sol». Ele ousou interpor-se entre o Sol, o Papa São Gregório XVII, e a humanidade, dando lugar ao maior eclipse espiritual conhecido até os tempos atuais. O antipapa João Paulo II foi o maior propagador das heresias e demais corrupções.
O Papa São Gregório XVII Magníssimo, com a sua espada flamejante, foi egrégio chicote contra todas as heresias e demais corrupções, espalhados por todas partes do mundo pelos semeadores da iniqüidade. Este Vicário de Cristo anatematizou com grande força os antipapas da igreja apóstata romana e todos os seus seguidores. Esse Sumo Pontífice, como Zeloso Guardião da Casa do Senhor, vigiou a porta do redil confiado nele por Cristo. Ele impedia que os lobos ferozes penetrassem para dispersar e devorar o rebanho, e expulsou os que, camuflados, pretendiam corromper a Igreja desde adentro.
Esse Grande Caudillo do Tajo, com os cânones da sua doutrina infalível e sua disciplina inflexível, proclamou a Grande Cruzada do período apocalíptico por meio de um édito doutrinal e disciplinar, mas bélico, em defesa dos direitos de Deus e da sua Igreja, com o começo da Caudillagem do Tajo, e portanto a Caudillagem Carmelitana ou dos Crucíferos dos Últimos Tempos.
O Papa São Gregório XVII realizou numerosas Viagens Apostólicas: Por Europa, América, Ásia, Oceania e África, predicando por todas partes. Numa dessas viagens, a mais larga, visitou as dioceses palmarianas dos cinco continentes. Em várias ocasiões esteve em Jerusalém e em outras cidades de Israel relacionadas com a Vida, Paixão e demais mistérios de Cristo e Maria. O Papa São Gregório XVII foi o grande Mensageiro Apocalíptico. Graças às suas Mensagens, o mundo ha podido conhecer com inteira veracidade o concernente aos Últimos Tempos, também chamado a Era Apocalíptica.
São Gregório XVII teve a suficiente valentia e intrepidez de evidenciar os grandes acontecimentos. Pela sua fidelidade às Mensagens recebidas de Deus, a humanidade conhece o conteúdo da Mensagem Segreda de Fátima, tão manipulada e traída pela mesma vidente, a réproba Irmã Lucia de Fátima, em complot com o antipapa, o réprobo João Paulo II e outras altas hierarquias da igreja apóstata romana. Irmã Lucia de Fátima traiu a verdade da Mensagem Segreda de Fátima, para contentar os altos hierarcas vaticanos. A Mensagem Segreda de Fátima é fundamentalmente a seguinte: O comunismo e a maçonaria escalarão a cimeira e demais altos postos do Vaticano. Essa mensagem transformou-se em realidade com o estabelecimento em Roma do antipapado após a morte do Papa São Pablo VI.
Após a morte de Irmã Lucia de Fátima, Nosso Senhor Jesus Cristo se apareceu ao Papa São Gregório XVII, em 22 de Fevereiro de 2005, e lhe deu a seguinte Mensagem: «A apóstata Irmã Lucia de Fátima está no fogo eterno do Inferno». O Papa São Gregório XVII cumpriu a dificilíssima e transcendental tareia de dar continuidade, no Sagrado Lugar de El Palmar de Troya, à Santa Igreja fundada por Nosso Senhor Jesus Cristo. E o grande restaurador y reformador dos Santos Ritos e Santos costumes. Graças ao seu incansável trabalho como Sumo Pontífice e Maestro Infalível, enriqueceu sobremaneira o tesouro doutrinal e disciplinar da Igreja e consolidou a Fe e a integridade. São Gregório XVII foi um Papa gigante. Devido a isso, o Papa São Pedro II Magno lhe deu o sobre título de «Magníssimo», um título que não foi atribuído a nenhum outro Papa depois de São Pedro.
Entre as suas grandes obras pontifícias: Arredor de cinqüenta Documentos Pontifícios; inumeráveis Definições Dogmáticas, Decretos, Cartas e Notas Apostólicas, Canonizações de preclaros membros do Corpo Místico de Cristo; muitas viagens apostólicas pelos cinco continentes; a convocatória, a solene apertura, presidência, direção, aprovação, assinatura e solene fechamento do Santo, Magno, e Dogmático Primeiro e Segundo Concílio Palmariano.
Fruto também do seu fecundíssimo Pontificado foram: o Credo Palmariano, o Tratado da Missa, o Catecismo Palmariano, a Moral Palmariana, o Tratado da Santíssima Trindade, o Código de Direito Canônico Palmariano, e sobretudo a História Sagrada ou Santa Bíblia Palmariana. São Gregório XVII é por antonomásia o Papa da Santa Bíblia, pois, em seu ingente labor doutrinal, foi o primeiro Papa que realizou a interpretação infalível da Bíblia Oficial de São Jerônimo, chamada Vulgata, e também as outras versões bíblicas, nas quais a Palavra de Deus está misturada com muitos erros e muitas manipulações dos homens.
A publicação da História Sagrada ou Santa Bíblia Palmariana é um triunfo contundente do Papa São Gregório XVII contra as astúcias de Satanás e de seus sequazes infernais e terrestres, pois na Santa Bíblia Palmariana está a Palavra de Deus em sua absoluta autenticidade e pureza. Por isso, já livrada dos erros e manipulações que a contaminavam e obscureciam sensivelmente. O Papa São Gregório XVII, como Doutor Universal, ensinou magistralmente: «A Bíblia tem autoridade a interpretação infalível do Magistério da Igreja».
O Papa São Gregório XVII foi combatido de maneira terrível, inclusive pela grande maioria de seus compatriotas de Sevilha, já que lhe consideravam como louco, farsante, herege, cismático, embusteiro, de negociante y de outros qualificativos pejorativos. Sem dúvida, tudo isso, em grande parte, era causada pela inveja incontrolável que lhe tinham ante a grandeza das suas obras.
Em Sevilha, sua cidade natal muito querida, foi considerado como uma personagem sinistra. Algum dia os cidadãos de Sevilha se arrependerão que não chegassem a reconhecer a tempo ao São Gregório XVII, que foi um dos Papas maiores da História da Igreja. Quando chegassem a reconhecer este feito, não terão lenços suficientes para se secar as lágrimas. Com uma grande vontade essa gente visitará esse Sagrado Lugar, Sé Apostólica da Igreja, onde aconteceram as maiores Aparições Celestiais, que, pela sua obstinação, nem queriam reconhecer até agora. Uma vez mais são cumpridas as palavras do Senhor: «Em verdade lhes digo, que nenhum profeta é aceito nem honrado em sua pátria».
Do começo de El Palmar, o Papa São Gregório XVII foi favorecido com grandes visões e mensagens. Foi um místico de elevadíssimo grado. As suas visões foram inumeráveis, porque Nosso Senhor Jesus Cristo e a Santíssima Virgem Maria se manifestavam com muita freqüência. Foram também numerosas as suas visões do Pai Eterno, do Espírito Santo, de São José e de um grande número de Santos.
Ele penetrou através dos seus excelsos êxtases em grandes mistérios, muitos daqueles foram divulgados a todos e outros foram reservados para ele só. Muitas vezes foi arrebatado em contemplação da Essência Divina. Também gozava do dom de penetrar no interior das almas, que se manifestou com múltiples provas inconfundíveis. Suas mensagens são numerosíssimas, de conteúdo muito variado, de esclarecida sabedoria e riqueza doutrinal. Com muita freqüência, recebia celestiais locuções para muitos dos assuntos sobre a Santa Igreja, a Ordem, e outras questões. Foi um dos mais destacados profetas da História da Igreja.
Embora a Sé Apostólica da Igreja Palmariana seja Sagrado Lugar de El Palmar de Troya, o Papa São Gregório XVII residia em Sevilha até o 24 de Júlio do ano 2003. Em aquela data, São Gregório se mudou para viver na «Finca de Nossa Mãe do Palmar Coroada», aonde está situada a Basílica Catedralícia Palmariana, ao lado do povo de El Palmar de Troya, Utrera, na província de Sevilha.
O Glorioso Papa São Gregório XVII Magníssimo, faleceu às 15,30 horas, em 21 de Março do ano 2005, que era Segunda Feira Santa, em sua célula da Casa Papal, na «Finca de Nossa Mãe do Palmar Coroada», El Palmar de Troya. O Glorioso Papa São Gregório XVII Magníssimo, embora morreu em 21 de Março do ano 2005, acabou de forma sublime a sua fecundíssima vida embora celebrava o Santo Sacrifício da Missa do dia anterior, o 20 de Março, no Altar Maior da Basílica Catedralícia de Nossa Mãe do Palmar Coroada.
E assim no Altar Sacrossanto foi onde se enfermou de máxima gravidade, ficando de esta maneira misticamente crucificado na Cruz do Calvário, porque a Santa Missa é o mesmo Sacrifício do Calvário o Sacrifício da Cruz. Essa é a suprema aspiração que deve ter todo Ministro do Senhor e, por tanto, o maior honor que um Sacerdote possa possuir. O Papa São Gregório XVII foi canonizado solenemente por seu Sucessor o Papa São Pedro II Magno, em 24 de Março do ano 2005, Festividade de Quinta-Feira Santa. Declarado Magníssimo Doutor da Igreja pelo Papa São Pedro II Magno em 23 de Abril de 2005. Em 29 de Júlio de 2005 o Papa São Pedro II Magno definiu que é infalível que a alma do Papa São Gregório XVII Magníssimo, de Glória Olívæ, não passou por Purgatório, senão foi diretamente ao Céu.

El Papa San Pedro II Magno. De Cruce Apocalýptica. (21-3-2005 al 15-7-2011)
Magno Doctor, vilmente calumniado y traicionado, Cofundador de la Orden de los Carmelitas de la Santa Faz, Patriarca del Palmar de Troya, Segunda columna principal de la Iglesia de Cristo en el desierto espiritual de El Palmar de Troya, Protector y Defensor de la Santa Iglesia Cristiana Palmariana, Colaborador Magnánimo en la Doctrina y la Disciplina Palmarianas, Abrasado del Celo de Elías, Encumbrado Astro Solar de la Iglesia.
Llamado en el siglo Manuel Alonso Corral, nació en Cabeza del Buey-Badajoz, España, a las seis de la mañana del jueves 22 de noviembre de 1934, día de Santa Cecilia, virgen y mártir; por lo que se le impuso como segundo nombre de pila, Cecilio. A los pocos días fue bautizado en la Iglesia Parroquial.
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Su padre, llamado José Alonso Píriz, era natural de Zamora, de profesión, Maestro Nacional; profundamente católico y fiel a los ideales políticos del Movimiento Nacional. Su madre, ferviente católica, llamada Juliana Corral García, canonizada por su hijo el Papa San Pedro II el día 8 de mayo del 2011, era natural de un pueblo llamado Alhocén, en Guadalajara, si bien sus padres eran y vivían en El Vellón-Madrid. Sus padres se conocieron y se casaron al ejercer él como maestro en este último pueblo, hasta que después fue destinado a Cabeza del Buey. Tuvieron siete hijos, cinco varones y dos varonas, siendo Manuel el cuarto de ellos. Le tocó vivir en sus infantiles años, en su pueblo natal, la Gloriosa Guerra Civil Española, en la zona roja hasta poco antes de que terminara. Allí, en Cabeza del Buey, le tocó sufrir los infortunios y desvelos de la belicosa situación por la que pasaba España. Su padre, al que conocían como maestro católico y fidelísimo a la causa de San Francisco Franco, fue objeto de persecuciones por los comunistas del pueblo, sin que por eso él decayera en su firmeza; y, aunque su vida peligraba, él rechazó siempre, con indecible heroicidad, cualquier oferta favorable que conllevara una traición a sus santos ideales religiosos y políticos. La familia tuvo que soportar bombardeos, refugios, huidas al campo, hasta que su padre realizó la valerosa e inolvidable hazaña de pasar, con su esposa y tres hijos pequeños, de la zona roja a la nacional, entre dos frentes, hasta llegar a la ciudad de Zamora, en donde vivían familiares de él. Desde Zamora, una vez acabada la guerra en 1939, cuando tenía cinco años, su familia se trasladó a El Vellón-Madrid, en donde vivían las hermanas de su madre y su hermano Jesús, el inmediato mayor a él, que vivía con ellas. Poco después, retornaron a Cabeza del Buey, hasta que su padre fue destinado como maestro a El Vellón, en donde Manuel hizo su Primera Comunión. De aquí, en el año 1944, con unos nueve años, fue a vivir a Madrid, en donde su padre ejerció su profesión definitivamente. Madrid fue la ciudad en donde se crió, y a la que tanto amaba que se consideraba madrileño de corazón tanto o más que si lo fuera de origen, al estar profundamente penetrado de sus hermosas y típicas costumbres, de sus piadosas tradiciones y de toda su trayectoria cultural, histórica y política. Los primeros estudios oficiales que hizo en Madrid, fue en el Instituto Vázquez de Mella. A los once años realizó el examen de ingreso, para cursar el bachillerato, en el Instituto de San Isidro. Aquí cursó los siete años del entonces Bachillerato Superior. El examen de Reválida, por el que tenía derecho al título, lo hizo en el antiguo edificio de la Universidad Central, obteniendo el título de Bachiller Superior el 12 de julio de 1954. En octubre del mismo año comenzó la carrera de Derecho, conforme al plan libre, ya que una enfermedad no le permitía asistir siempre a clase. Conviene resaltar, que sus piadosos padres se preocuparon de darle a él, como a todos sus hermanos, una sólida formación religiosa, ya que ellos practicaban la religión con la más esmerada escrupulosidad y sujeción a la Santa Madre Iglesia. No se recuerda haber oído de ellos una palabra que ofendiera o menospreciara a algún Sacerdote. Sus padres, aun siendo los hijos ya jóvenes, se preocuparon, con admirable celo, de llevarles a Misa, a confesar y a comulgar, al menos todos los Domingos, festivos y Primeros Viernes de mes. Gracias a Dios, durante su niñez y juventud, aunque con naturales baches, llevó una vida de piedad y de apostolado dentro de la catequesis parroquial y de las milicias de la Acción Católica, colaborando intensamente con sus dos hermanos mayores, José y Jesús, que ocupaban cargos. Su hermano, San José Alonso Corral, llegó a ser Presidente de los jóvenes. Vivió su juventud en Madrid con mucha alegría, ya que, a pesar de los muchos sufrimientos familiares, con motivo de las graves enfermedades, vivía lleno de ilusiones; entre ellas, sus estudios, la literatura, el arte. Su padre les llevaba con frecuencia a conciertos, representaciones teatrales clásicas, al museo del Prado y otros muchos lugares culturales. Sin embargo, su mayor ilusión se centraba en alcanzar un día la vida religiosa. ¡Cuánto padeció por esta causa! Pues siempre veía frustrados sus deseos de entrar en un convento a causa de su precarísima salud. Vivió muchos años con el corazón roto por este motivo. Sin embargo, siempre abrigaba en su interior una esperanza, que luego se cumpliría en El Palmar de Troya-Sevilla, España. La edad de dieciocho años fue clave para él, ya que tomó más conciencia de lo que era la vida espiritual y se entregó de lleno a las prácticas religiosas, llegando a alcanzar un profundo amor a la pureza. En la iglesia de San Pedro el Real de Madrid, popularmente conocida como iglesia de la Paloma, conoció a una señora mayor llamada María Valiente López. De ella, aprendió grandes cosas de la vida espiritual; sobre todo, la devoción a Nuestra Madre del Perpetuo Socorro, de donde tantos favores le habrían de venir. Él, siendo ya Papa, la canonizaría el día 21 de junio del 2009. A partir de los dieciocho años empezó a tomar contacto con los Padres Redentoristas, y se entusiasmó con el espíritu misionero rural de dicha Orden Religiosa y con la profunda devoción que profesaba a la Santísima Virgen María bajo la advocación de Nuestra Madre del Perpetuo Socorro. De tal manera le atraía la piedad de ellos, que tomó como director espiritual a uno de estos frailes. Su devoción a la Santísima Virgen, llegó a convertirse casi en locura, ya que no sabía estar un momento sin pensar en Ella. Quiso asegurarse su protección. Para ello, a los dieciocho años, el 25 de julio, Festividad de Santiago Apóstol, hizo un voto solemne de esclavitud mariana delante del cuadro del Perpetuo Socorro; voto que renovó, todos los años, desde entonces hasta su muerte. Se sentía sumamente protegido por la Virgen y en Ella puso toda su esperanza. Mas la devoción mariana, no quedó en un simple fervorín, pues infundió en él un gran amor a la Eucaristía, y procuraba no quedarse ningún día sin la Santa Misa y Comunión, además del rezo del Santo Rosario. Por entonces, estaba él muy enfermo del pulmón, con poca esperanza de curarse pronto, pues cuando hacía algún esfuerzo propio de la vida común, recaía de nuevo y tenía que guardar cama. Todos los años iba con gran fervor al novenario que hacían los Redentoristas a Nuestra Madre del Perpetuo Socorro. Como él sufría mucho por su enfermedad, solía pedir a la Santísima Virgen la curación. A finales del año 1955 comenzó a sentir como una seguridad de que en el siguiente novenario a Nuestra Madre del Perpetuo Socorro le curaría totalmente, confianza que se afianzaba más en él cada vez que miraba al cuadro del Perpetuo Socorro. El 7 de febrero de 1956, murió su santo hermano José, con gran pena para él y para toda la familia. En el mes de mayo siguiente, asistió como de costumbre al novenario de la Virgen, y desde entonces jamás volvió a estar enfermo del pulmón. Los médicos que después le vieron, se admiraban de lo bien que quedó curado. Algunos meses después de la muerte de su hermano, dentro del año 1956, cuando tenía veintiún años de edad, como se encontraba bien de salud, comenzó a trabajar en la Junta de Energía Nuclear, gracias a un primo suyo que ocupaba allí un puesto de ingeniero de minas. Para él fue de mucha alegría el poderse ganar la vida a la vez que continuaba sus estudios de Derecho, por los que sentía singular atracción. Gran esfuerzo, y casi heroico sacrificio, le costó sacar adelante la carrera; pues, por motivo de su trabajo, tenía que levantarse todos los días muy temprano para no perder la Santa Misa y Comunión, ya que, la jornada laboral comenzaba a las ocho de la mañana y daba fin a las seis de la tarde, con breve interrupción para comer. Y una vez concluida, se quedaba en su despacho para estudiar hasta muy tarde, retornando después a casa. Sufría mucho por falta de sueño; ya que, no tenía apenas tiempo para dormir y, además, no le era fácil conciliarlo. Su preocupación por recibir diariamente la Santa Comunión, le llevaba, con mucha frecuencia, a hacer grandes sacrificios; y no pocas veces la intervención de Dios se hacía notar, para no quedarse privado del sobrenatural alimento. Era muy corriente, el que recorriese las calles de Madrid, a toda prisa, buscando de iglesia en iglesia en donde comulgar, aprovechando los descansos entre una clase y otra, cuando asistía por la tarde a la universidad. Raramente perdía la Santa Comunión, pues la buscaba todos los días con gran vehemencia. La carrera de Derecho la terminó en junio de 1963. Fue para él una gran alegría, ya que le había costado muchas privaciones; pues mientras otros, después del trabajo de oficina, se iban a distraer, o al menos a descansar, él se quedaba encerrado estudiando largas horas. En el año 1964, la Junta de Energía Nuclear, le concedió una beca para estudiar la carrera de Ciencias Empresariales. La nueva carrera, implicaba, también, para él grandes sacrificios. Pues terminado su trabajo en la Junta, tenía que asistir de siete de la tarde a diez de la noche a clase, y después, en casa, ponerse a estudiar. Si antes dormía poco, ahora menos. Mas, estos estudios, le proporcionaban más ventaja para poder cumplir con sus deberes religiosos; ya que, en el colegio de los jesuitas en que estudiaba esta carrera había, lógicamente, capilla, en donde le era fácil oír Misa y Comulgar. La carrera de Ciencias Empresariales era de tres años y, gracias a Dios, fue sacando cada curso con muy buenas notas; sobre todo el último, a pesar de que estuvo enfermo en cama un mes con hepatitis y otro tanto de convalecencia. En junio del año 1967, la terminó, con el correspondiente título de Graduado. Compartía su trabajo y estudios con el apostolado de la Acción Católica. También, solía visitar los Domingos los hospitales, enseñando y consolando a los enfermos. Hasta los veintiocho años, su vida de apostolado fue muy intensa, pues dedicaba a ello todos sus ratos libres. En una ocasión hizo interno los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, con los jesuitas, en donde se le aseguró que en absoluto servía para la vida religiosa; no obstante, dichos ejercicios, fueron para él de gran provecho y experiencia. También, tomó parte en los Cursillos de Cristiandad, que fortalecieron su espiritualidad, la cual ya empezaba a decaer. Mas, a partir de los veintiocho años, en que tomó más contacto con el mundo, se vio arrastrado por las miserias humanas, hasta entonces casi dormidas en él, con la correspondiente lucha constante de caer y levantarse; ya que, a pesar de sus muchas caídas, jamás se abandonó del todo, pues confesaba y comulgaba muy a menudo. Fueron entonces años de gran sufrimiento interior, de indescriptible desolación y casi desesperación. Mas, en medio de este negro torbellino, se le dio a conocer por un sueño, que la Santísima Virgen María le ayudaría a vencer a Satanás, con un nuevo resurgimiento de su vida espiritual; lo cual, se cumpliría luego en El Palmar de Troya. En el sueño, vio que una gran sombra le arrojaba por un tremendo precipicio y que alguien le tomaba en sus manos librándole de caer al abismo. Siempre fue un gran enamorado de la literatura y del arte. Desde muy chiquito, como ya se dijo, su padre les inculcó, tanto a él como a sus hermanos, el amor a los buenos libros, a la pintura y demás manifestaciones culturales que no fueran contra la Ley de Dios. Su madre tenía menos tiempo para ello, debido a sus muchas ocupaciones en la casa; aunque también compartía las aficiones de su esposo. A él, toda obra literaria, le apasionaba; sobre todo la poesía. Leyó desde joven a los clásicos españoles: Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, Cervantes, Lope de Vega, Tirso de Molina, San Pedro Calderón de la Barca, etc… Y también, a lumbreras del romanticismo, contemporáneos, etc… Llegó a escribir un buen número de poemas; obteniendo un primer premio de poesía en un concurso poético; si bien, cuando se hizo religioso, quemó todos sus escritos. Hacia finales del año 1966, cuando estaba aún estudiando la carrera de Ciencias Empresariales, conoció en Madrid, a través de un amigo, al superior de los Hermanos de San Juan de Dios, que vivía en Sevilla, en el convento sanatorio de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder. Sin Manuel proponerle nada, dicho superior le ofreció un puesto en la compañía de Seguros y Talleres de esta obra, con el fin de que la organizara administrativa y contablemente. Manuel le dijo que sí, pero que tenía que terminar antes su segunda Carrera. Le entusiasmaba mucho venirse a vivir a Sevilla, ciudad que recientemente antes había visitado dos veces y de la que había quedado seducido por su extraordinaria belleza. Terminada su carrera, pidió la excedencia en la Junta de Energía Nuclear y se la concedieron por un año. El 15 de enero de 1968, llegó a Sevilla en su coche, acompañado de su madre y un hermano. Fue recibido con mucho cariño y consideración por el superior de los Hermanos de San Juan de Dios. Comenzó su labor controlando todo el dinero que en los bancos y cajas de ahorros de España se depositaba, con motivo de la gran campaña que dicho superior estaba llevando a cabo para la construcción de la Ciudad de San Juan de Dios en la provincia de Sevilla. Después, se dedicó a controlar y organizar la Compañía de Seguros San Rafael y San Juan de Dios, que se hallaba en un verdadero caos; la cual, con mucho trabajo y prudencia, logró encarrilar. Se sentía muy feliz trabajando en esta obra. Era muy querido y considerado por todos, tanto religiosos, como niños y empleados. Trabajaba con mucho entusiasmo; especialmente, porque se trataba de una obra católica y social. Jamás miró sacrificios y gozaba de la gran confianza de dicho superior y demás religiosos. Su venida a Sevilla, bellísima capital, se vio poco después relacionada con uno de los acontecimientos más transcendentales de la historia: Las Apariciones de la Santísima Virgen María en El Palmar de Troya y su relación con el principal vidente, Clemente Domínguez y Gómez. El día 30 de marzo de 1968, la Santísima Virgen del Carmen se aparece, por primera vez, sobre un lentisco de la finca La Alcaparrosa, a cuatro niñas del pueblo: Rafaela, Ana, Josefa y Ana. Esta planta, llamada lentisco, abundaba mucho en la finca. Del lentisco de la primera aparición, no quedó nada, pues los devotos cortaban sus ramas como valiosa reliquia. En el lugar exacto se colocó una pequeña Cruz de madera, y alrededor de ella se hacían las oraciones y los videntes recibían las visitas celestiales. Después, siendo ya Clemente vidente, se colocó en este lugar del Lentisco la Sagrada Faz de Jesús y la imagen de Nuestra Madre del Palmar. De esta manera se conservó el sitio elegido por la Santísima Virgen en su primera aparición. Tras las cuatro primeras niñas, fueron surgiendo otros videntes: Rosario Arenillas, de El Palmar de Troya, el 14 de abril de 1968; María Marín, de Utrera, el día 20 de mayo de 1968, y María Luisa Vila, de Sevilla, el día 6 de junio de 1968. Y, dentro del mismo año: Antonio Romero, José Navarro (Cayetano), Manuel Fernández, Antonio Anillos y otros, todos residentes en El Palmar de Troya. Posteriormente también fue elegida, como vidente, Arsenia Llanos, de Jerez de la Frontera. Por desgracia todos estos videntes después traicionaron la Obra de El Palmar y abandonaron, por distintos motivos, este Sagrado Lugar de Apariciones. Conoció a Clemente, en Sevilla, el día 18 de mayo de 1968; y fue en el momento preciso, determinado por la Providencia, para poder conocer, seguir y compartir las etapas que, como vidente, habría de vivir. Desde que conoció a Clemente, su amistad fue, cada día, más estrecha y sincera. Él había nacido en esta ciudad de Sevilla, en una casa muy próxima a la actual catedral apóstata romana, el día 23 de abril de 1946. Trabajaba en una oficina como contable y su manera de vivir era sencilla. En los primeros días de esta amistad, y tras una conversación que mantuvieron, Clemente le reveló que, en el espacio de una semana, había tenido dos sueños: se le había aparecido la Santísima Virgen y le había impuesto el hábito de Santo Domingo. Clemente le contaba todo esto con una gran naturalidad, a lo que Manuel no dio importancia. Pero él, seguro de la trascendencia de esos sueños, reafirmaba rotundamente: yo seré Dominico. Cuando conoció a Clemente, Manuel ya había visitado el lugar de la Aparición, como simple curioso, aunque manteniendo un cierto respeto e interés. Habló a Clemente de El Palmar, que él también había visitado ya, y en el coche de Manuel se desplazaron al Lugar de las Apariciones. Durante las distintas visitas que hicieron durante el año 1968, su postura fue de curiosidad respetuosa, pues en el fondo admitían que pudiera haber algo sobrenatural. Era el 15 de octubre de 1968. Se enteraron que la Santísima Virgen había llamado, por medio de María Marín, para que acudieran muchos, ese día, a El Palmar. Clemente y él fueron a El Palmar ya de noche. Cuando llegaron todo había pasado, pues eran cerca de las once de la noche. Sin embargo, a esa hora les esperaba algo desagradable. Al llegar a la puerta de la finca, observaron que aún, en el Lentisco, había un grupo de personas. Éstas daban vueltas, como danzando en corro, alrededor de una mujer, mientras que, intercalando sarcásticas carcajadas, cantaban las Avemarías del Rosario, entre risotadas y aplausos diabólicos. El espectáculo estremecedor se apreciaba, a esa distancia, gracias a unos cirios que arriba estaban encendidos. No se atrevieron a subir al Lentisco. Rezaron unas Avemarías y regresaron a Sevilla. Algún tiempo después les informaron que una mujer demente, que nadie conocía, había sembrado la confusión entre los asistentes diciendo que era la encarnación de la Virgen del Pilar. Desde esa fecha, Clemente y él, desistieron casi de visitar El Palmar. Sin embargo, fue entrado el verano del año 1969 cuando, gracias a un artículo publicado en el periódico ABC, por un Padre Jesuita, en defensa de El Palmar, nuevamente sintieron cierto interés por estos fenómenos sobrenaturales. Una fecha clave es la del 15 de agosto de 1969, festividad de la Asunción de la Virgen. Por la mañana, salieron Clemente y él hacia las playas de Cádiz, para pasar el día. Pero, en su itinerario, decidieron pasar por El Palmar de Troya. Allí había un grupo de personas que esperaban a un Padre Jesuita y que posiblemente dijera Misa por la tarde. Poco después llegó este Sacerdote, hablaron con él y decidieron quedarse allí todo el día. Por la tarde acudieron más peregrinos. El Padre Jesuita dijo la Santa Misa sobre un altar que había junto a la tapia, fuera de la finca de las Apariciones. Durante la Misa tuvo María Luisa Vila una visión de la Santísima Virgen. Era la primera vez que presenciaban un éxtasis, aunque no estaban muy próximos a la vidente. Comulgaron con mucha devoción y quedaron convencidos de que las Apariciones de El Palmar eran verdaderas. Subieron, después, al Lentisco, en donde estaba María Marín viendo al Señor, en un maravilloso éxtasis. De pronto, oyeron una voz potente que decía con seguridad: «¡Cristo está aquí presente!» Todo su ser se estremeció. Era la primera vez que oían que el Señor se aparecía en El Palmar. También presenciaron una visión de Rosario Arenillas, apreciando una fuerte fragancia celestial. Desde entonces, sus visitas a El Palmar eran casi a diario. Fueron conociendo mejor a los videntes y recibiendo pruebas de su autenticidad. Un detalle muy significativo, eran las frecuentes atenciones que el Señor y la Santísima Virgen tenían para con Clemente, a través de los distintos videntes de El Palmar, dándole una singular distinción y mostrándole una especial preferencia. Sin duda alguna, el Cielo iba preparando el camino de aquél a quien, después, confiaría sus Mensajes más importantes. Inolvidable fue, para ellos, la fecha del 14 de septiembre de 1969, festividad de la Exaltación de la Santa Cruz. Era ya de noche. Poco tiempo antes habían presenciado un éxtasis de María Luisa Vila, que les llenó de gran paz. Pero el Diablo, a través de una persona que estaba presente, turbó el alma de Manuel, llenándola de dudas. Clemente y él bajaron hasta la carretera. Una angustiosa confusión que aprisionaba su espíritu, le hizo exclamar: «¡No vuelvo más a El Palmar mientras la Virgen no me llame!» Clemente se puso a llorar. De pronto, del horizonte sale una luz potentísima, que avanza lentamente hasta posarse sobre el Lentisco, formándose una gran Cruz sobre un pedestal de flores luminosas y con maravillosos resplandores. La emoción era indescriptible. Clemente y él salieron corriendo hacia el Lentisco. Pero, a la mitad del camino, la maravillosa visión desapareció. Preguntaron a tres personas que allí estaban rezando si habían visto algo. Les miraron extrañados, respondiendo que no. También estaba allí el vidente José (Cayetano), y él les confirmó su visión, entrando, poco después, en un maravilloso éxtasis. Seguían frecuentando El Palmar. Y fue el día 30 de septiembre de 1969, cuando Clemente tuvo la primera visión. Había transcurrido un año y medio de la primera Aparición en El Palmar. Oraban en el Lentisco un buen número de personas, entre las que se encontraba la vidente Rosario Arenillas. Estaba oscureciendo. De pronto sintieron como suspirar a Clemente y que les dice que ve dos figuras de personas, una alta y otra más baja, que vienen andando lentamente hacia el Lentisco desde la parte alta de la finca. Las dos figuras, que eran oscuras y en las cuales el vidente no podía apreciar los rasgos de sus rostros, quedan paradas a unos metros más arriba del Lentisco. Clemente, al mismo tiempo que las veía, era consciente del lugar y personas que lo rodeaban. Él comprendió, por los detalles, un poco difusos, de sus cuerpos, que se trataba del Señor y del Padre Pío. Pasada la visión, la vidente Rosario Arenillas, que también había presenciado la aparición, le confirmó que eran el Señor y el Padre Pío. Pocos días después, tuvo idéntica visión, y en las mismas circunstancias, con la vidente María Luisa Vila. Desde estas fechas, Clemente tenía visiones con frecuencia. También veía a la Virgen, a San José y a otros Santos, pero de la misma manera que las dos primeras: Oscuras y sin poder apreciar sus rostros. El día 8 de diciembre de 1969, festividad de la Inmaculada Concepción, fue una fecha memorable para Clemente. Por la mañana fueron a El Palmar a permanecer allí todo el día. Se reunieron un buen número de personas. A media mañana, Clemente entra en éxtasis ante la visión de la Virgen Inmaculada. Minutos después, apareció el Señor, como Cristo Rey. Era la primera vez que, el vidente, había visto al Señor y a la Virgen, claramente, apreciando perfectamente todos sus detalles de figuras y rostros. Clemente caía en tierra por el arrobamiento, con la pérdida de todos sus sentidos. Desde esta fecha todas las visiones de Clemente, fueron de una percepción perfectamente clara. Pero, por la tarde, ya oscurecido, el Cielo le regaló con otras visiones maravillosas. Primero apareció la Santísima Virgen, rodeada de Ángeles, los cuales portaban los hábitos de la Orden de Santo Domingo. Apareció, poco después, el Señor, y después un Santo. El Señor indicó al vidente que se trataba de Santo Domingo. Este Santo Fundador de los Dominicos, anunció a Clemente la presencia de San José, que también se hizo visible. El vidente oyó por primera vez la voz del Señor, la de la Virgen y la de ambos Santos. Pero la visión iba haciéndose cada vez más impresionante. Clemente recibía de manos de la Santísima Virgen el hábito de Santo Domingo, que traían los Ángeles y se lo imponían. Poco después recibía también los ornamentos sagrados de Sacerdote, e iba recitando, en latín, las partes de la Misa, que le dictaba San José, menos la Consagración. Todo esto sucedía de forma mística, ya que el vidente se veía así revestido en la visión. Los que rodeaban al vidente, sólo apreciaban sus gestos y oían su voz. Fue un éxtasis de indescriptible belleza y emoción. El primer mensaje lo recibió Clemente de boca de Santo Domingo, el 10 de diciembre de 1969, recomendando el rezo del Santo Rosario de Padrenuestros. Pero en este día sucedió un hecho muy significativo. Cuando llegaron a El Palmar, la puerta de entrada a la finca, que estaba junto a la Gran Cruz que había en la tapia, estaba cerrada. Esa fue la primitiva entrada. Se pusieron a rezar cerca de donde después se entronizaría la Imagen de la Divina Pastora. Cayó Clemente en éxtasis. Vio cómo San José se trasladó desde el Lentisco a la tapia, próximo a ellos. Aparecieron también el Señor y Santo Domingo. Cuando acabó el éxtasis, pudieron contemplar cómo se había abierto una nueva puerta de entrada, la que hoy existe. No salían de su asombro, pues nadie oyó ningún ruido. Solamente San Antonio Vota les contó que, durante el éxtasis de Clemente, fue a poner las manos sobre la pared y se le vino abajo. Cosa extraña, pues ésta tenía resistencia suficiente para no caerse tan fácilmente. Clemente les indicó que en la misma puerta, sobre la pared, se había puesto San José. Entendieron todos que había sido este Santo quien la había abierto. No se atrevían a entrar. Por fin pasaron a la finca con algún temor, y cuando habían avanzado unos metros, Clemente vio a San José que, desde la puerta, con su vara, les indicaba que subieran al Lentisco. El día 12 de diciembre de 1969 Clemente tuvo una visión de Santo Domingo, que le dijo: «Ahora contempla a mi derecha el Divino Rostro de Nuestro Señor Jesucristo. Mira, hijo mío, la Faz del que lo dio todo, hasta su aliento, por tus pecados y por los pecados de todo el mundo», y apareció la Santa Faz de Jesús, dolorosa y sangrante. Santo Domingo le dio a continuación los importantes mensajes sobre la Santa Faz: La extensión de la Adoración de la Santa Faz por todo el mundo, el Santo Viacrucis y la Comunión reparadora de los primeros Jueves, reparando los ultrajes al Divino Rostro del Señor. Hasta que se colocó la Sagrada Faz en el Lentisco, llevaban un cuadro del Rostro del Señor, y hacían oración ante él. La Santa Faz del Lentisco se colocó, por mandato del Cielo a Clemente, el día 2 de febrero de 1970. La imagen de la Divina Pastora se colocó y bendijo los días 1 y 2 de marzo de 1972. Nuestra Madre del Palmar fue puesta en el Lentisco el día 12 de septiembre de 1972. En su trabajo profesional en la Obra de San Juan de Dios, a causa de su relación con las Apariciones de El Palmar de Troya, su prestigio se derrumbó, al considerar los religiosos, que era incompatible su trabajo dentro de esta obra con las Apariciones, en las que él firmemente creía. Jamás descuidó sus deberes profesionales; pues el único motivo de esa incompatibilidad era que las Apariciones de El Palmar, tras haber sido condenadas por el apóstata cardenal de Sevilla Bueno Monreal, podrían comprometer a la obra de San Juan de Dios. No obstante, tanto el cobarde e injusto superior de dichos religiosos, como los demás religiosos, sabían de su honradez, profesionalidad e integridad católica, ya que, además, en las Apariciones se les enseñaba a ser verdaderos cristianos. Mas, el temor y cobardía de ellos, ante lo que pudieran decir los demás, les llevó a traicionar su propia conciencia, actuando injustamente y despidiéndole. Manuel Alonso fue el gran difusor de los Mensajes Palmarianos dados a Clemente Domínguez, y acompañó a éste en muchos de sus viajes apostólicos por todo el mundo. Ambos perdieron injustamente sus puestos de trabajo por defender con valentía la obra de El Palmar. Y Dios lo permitió así para que desde entonces pudieran dedicarse completamente al apostolado. En distintos Mensajes Celestiales, el Señor, la Virgen y otros Santos mostraron su amor a Manuel, dedicándole a través del vidente palabras de gratitud y alabanza. Y aunque él no fue vidente, tuvo en determinadas ocasiones, siendo seglar y también como Obispo, carismas personales que le afirmaron, si cabe, más en la verdad de El Palmar. La Obra Divina de El Palmar de Troya fue terriblemente perseguida por la jerarquía progresista y demoledora de la Iglesia Romana, regida entonces por el glorioso Papa San Pablo VI, Mártir del Vaticano, el cual era conocedor de las Apariciones y Mensajes de El Palmar, entregados al Papa por el mismo vidente. San Pablo VI jamás condenó la Obra de El Palmar de Troya. Clemente Domínguez y Manuel Alonso tuvieron que defender con gran energía y tenacidad las Apariciones Palmarianas. El día 23 de diciembre de 1975, a pesar de los muchos obstáculos, Clemente Domínguez y Gómez, por mandato de Nuestro Señor Jesucristo, fundó la Orden Religiosa: «Los Carmelitas de la Santa Faz en Compañía de Jesús y María», de la que Manuel Alonso Corral es Cofundador. El 1 de enero de 1976, a instancia de la Virgen Santísima, Clemente Domínguez y Manuel Alonso fueron ordenados Sacerdotes por el Arzobispo San Pedro Martín Ngô-dinh Thuc, que había llegado de Roma unos días antes. Y el 11 de enero de 1976, ambos fueron consagrados Obispos. El día 29 de mayo de 1976, a raíz de un accidente de coche promovido por Satanás, el Obispo Padre Clemente perdió ambos ojos. Varios meses después, por orden del Cielo, el Obispo Padre Clemente recibió el nombre de Padre Fernando y el Obispo Padre Manuel Alonso recibió el nombre de Padre Isidoro. La Orden de los Carmelitas de la Santa Faz creció, y se formó un nutrido colegio episcopal. El día 6 de agosto de 1978, a la muerte del Papa San Pablo VI, el Obispo Padre Fernando, en el siglo Clemente Domínguez y Gómez, en la ciudad de Santa Fe de Bogotá, capital de Colombia, fue elegido, ungido y coronado Papa directamente por Nuestro Señor Jesucristo. Tres días más tarde, el nuevo Papa, llamado Gregorio XVII, De Glória Olívæ, trasladó la Sede de la Iglesia desde Roma a El Palmar de Troya-Sevilla, España. Así comenzó la historia del papado en El Palmar de Troya, con la misión de restaurar y mantener la integridad doctrinal y disciplinaria en la Iglesia de Cristo, mediante profundas reformas y magistrales enseñanzas. Para lo cual, el Papa San Gregorio XVII Magnísimo, convocó el Santo, Magno y Dogmático Primer Concilio Palmariano y el Santo, Magno y Dogmático Segundo Concilio Palmariano, en cuyas Asambleas intervino como principal colaborador el entonces Reverendísimo Padre Isidoro María, Secretario de Estado. La obra de la gran reforma tuvo su punto culminante con la confección y publicación de la Santa Biblia Palmariana. El Reverendísimo Padre Isidoro María, por mandato del Papa San Gregorio XVII Magnísimo, viajó por distintas partes del mundo predicando y enseñando la verdadera doctrina Católica Palmariana. El 24 de octubre del año 2000, el Papa San Gregorio XVII Magnísimo, redactó y firmó un Decreto Apostólico, nombrando como sucesor suyo en la Cátedra de San Pedro a su Secretario de Estado, el Obispo Padre Isidoro María. Inmediatamente después de la muerte del Papa San Gregorio XVII, el día 21 de marzo del 2005, en El Palmar de Troya, el nuevo Papa comenzó su Pontificado con el nombre de Pedro II, De Cruce Apocalýptica. El 24 de marzo, día de Jueves Santo, tuvo lugar su coronación oficial en la Basílica Catedralicia de Nuestra Madre del Palmar Coronada en El Palmar de Troya, con la asistencia de todos los Obispos Palmarianos, los demás miembros de nuestra Orden Religiosa y de un gran número de fieles terciarios de la Santa Iglesia Palmariana. Ese mismo día 24 de marzo, Su Santidad el Papa Pedro II canonizó a su venerado predecesor el Papa Gregorio XVII Magnísimo. El Papado del Glorioso Vicario de Cristo Pedro II duró seis años, tres meses y veinticuatro días. Fue un Papado de grandes trabajos en favor de la Iglesia, ya que redactó y aprobó la magna obra de la Historia Eclesiástica Palmariana, como asimismo el Santoral Palmariano, la Biblia Infantil, la Biblia de Grado Elemental y la de Grado Medio. También revisó y reordenó los Mensajes de El Palmar de Troya. Entre sus escritos cabe destacar sus Treinta Cartas Apostólicas dirigidas a la Iglesia para enseñar, corregir y animar a su Rebaño, al que tanto amaba como gran Pastor. Declaró Año Santo a los años 2008, 2010 y 2011. Consagró solemnemente la Iglesia Militante, el Mundo y todo el Universo al Padre Eterno el día 21 de marzo del 2008. Como asimismo consagró solemnemente la Iglesia, España, el Mundo y todo el Universo a la Santa Faz de Nuestro Señor Jesucristo el día 30 de marzo del 2010. También actualizó, revisó y retocó distintos escritos doctrinales. Elevó a la dignidad de la Gloria de los altares y declaró Doctores de la Iglesia a gran número de preclaros miembros del Cuerpo Místico de Cristo. Igualmente, el día 23 de julio del 2006, definió infaliblemente que él descendía por la línea de su padre, de San Fernando III, rey de Castilla y León, y de su primera esposa Santa Beatriz de Suabia; y por la línea de su madre de San Alfonso Sánchez de Cepeda y de su segunda esposa Santa Beatriz de Ahumada, padres de la insigne Reformadora del Carmelo, Santa Teresa de Jesús. Igualmente definió dogmáticamente otros temas doctrinales. Como Papa tuvo gran interés en visitar y celebrar Santas Misas en distintas ciudades y países, en los cuales sus Sagrados Pies pisaran y poder así hacer germinar la palabra de Dios, a imitación del primer Papa San Pedro I Magnísimo. Así, siguiendo este anhelo y siendo el primer Papa del que se tenga noticias de celebrar la Santa Misa en Rusia, estuvo allí y celebró Misas en San Petersburgo los días 27 y 28 de mayo del 2008, y en Moscú los días 29, 30 y 31 de mayo del 2008. En Moscú consagró Rusia a la Santa Faz, a Nuestra Madre del Palmar Coronada y al Santísimo José del Palmar Coronado, para impetrar al Eterno Padre la pronta conversión del pueblo ruso. Su salud empezó a decaer alarmantemente desde principios del año 2009, por problemas renales, que ya arrastraba desde tiempo antes. Tuvieron que someterle a varias operaciones. En una de ellas, que duró cinco horas, se vio que tenía cáncer de uréter, por lo que decidieron cortar dicho uréter y extirparle el riñón derecho ya que no funcionaba por estar atrofiado. Luego los problemas se fueron complicando cada vez más, ya que se le detectó un tumor de alta malignidad, y por más pruebas y tratamientos a los que se sometió, el cáncer siguió su evolución. Su deseo de curarse, supeditado a la Voluntad de Dios, para poder servir y trabajar por la Iglesia le hacía sufrir en gran manera, ya que siempre estuvo consciente de su gravedad, viéndose cada vez más necesitado de ayuda. Cada día que pasaba era un encontrarse un poco peor. Esta enfermedad le fue minando toda su fortaleza. Los médicos que le atendían, ya no sabían qué decir a lo mucho que su cuerpo aguantaba. No se podían explicar cómo seguía viviendo. Eran incontables las medicinas y cuidados que desde la Semana Santa del 2011 hasta el día de su muerte tuvo que recibir. Era un dolor inmenso el ver al Padre General de la Iglesia consumirse, el verle perdiendo el habla, la sonrisa, la mirada y el aliento. Los últimos días de su vida apenas si podía recibir alimento y bebida, todo lo que se le hacía para ello era casi inútil. Su enfermedad tenía unos grandes altibajos, por los que siempre se pensaba que estaba en los últimos momentos. Él había manifestado repetidas veces que por la gran devoción que tenía a Santa Teresa, pensaba que el día de su muerte sería un quince de mes, ya que la fiesta de la Santa Reformadora era también un quince. Cercano ya el día 29 de junio, fiesta de San Pedro I Magnísimo, se pensaba que difícilmente llegaría a él. Días después se le complicó alarmantemente la respiración, por lo que, antes de ir la Comunidad de frailes al culto vespertino que daba comienzo a la Víspera de la fiesta del 16 de julio, todos los frailes fueron a la Celda Papal ordenadamente para despedirse del Santo Padre, y darle cada uno la Bendición, porque estaba muy grave. Este fue un deseo del Santo Padre, que se cumplió, ya que siempre quiso despedirse de todos antes de morir, a pesar de estar Él inconsciente. Unas horas después moría en las dependencias papales del convento de los Carmelitas de la Santa Faz del Sagrado Lugar de El Palmar de Troya, a las 20,07h. del día 15 de julio del 2011, Víspera de la festividad del 16 de julio, mientras que en el Altar Mayor de la Basílica Catedralicia, ya casi terminando el turno de la Procesión Eucarística diaria, se cantaba el Salve Regina, durante la incensación final al Altar. Una vez amortajado con los atuendos papales, y revestido de Pontifical en color blanco, se le trasladó al Presbiterio del Altar Mayor de la Basílica Catedralicia de Nuestra Madre del Palmar Coronada en donde se le tributaron grandes muestras de amor filial de parte de los frailes, monjas y fieles palmarianos que habían venido para la peregrinación del 16 de julio. Se celebraron turnos de Santas Misas durante toda esa noche y siguiente día, con el rezo de las oraciones propias de las peregrinaciones. El día 16 de julio del 2011, a las 20h. se hizo el magno entierro papal. El Papa San Pedro II Magno fue canonizado solemnemente el día 17 de julio del año 2011. En el acto de su canonización, fue declarado «Papa Magno», y se le instituyó «Protector y Defensor de la Santa Iglesia Cristiana Palmariana». Declarado Magno Doctor de la Iglesia el día 26 de julio del año 2011, festividad en honor de Santa Ana, Madre de la Santísima Virgen María.