San José del Palmar Coronado – Iglesia Catolica Palmariana

Mensajes de San José a Clemente Domínguez y Gómez, hoy el Papa San Gregorio XVII, Magnísimo

Día 10 de diciembre de 1969
(Fuera de la Finca de las Apariciones de El Palmar de Troya, Utrera, Sevilla, España. El portillo de entrada a la Finca de las Apariciones, llamada La Alcaparrosa, se hallaba cerrado por orden de la autoridad civil. El vidente Clemente Domínguez y Gómez, acompañado de Manuel Alonso Corral y de otros seguidores de las Apariciones, se halló rezando fuera de la finca, próximo al portillo de acceso a la misma. El referido vidente, entró en éxtasis ante la aparición del Patriarca San José en el Sagrado Lugar del Lentisco, que está dentro de la finca. San José se trasladó desde el Lentisco hasta la pared de la carretera, fuera de la finca. Clemente Domínguez tuvo una visión de su futuro Sacerdocio, pues, revestido con los sagrados ornamentos sacerdotales, se dispuso a celebrar la Misa, recitando parte de la misma, tal y como se lo iba indicando San José. El vidente, en éxtasis, dio la bendición. San José bendijo a todos.

Día 19 de marzo de 1970
(Sagrado Lugar del Lentisco de El Palmar de Troya. Se apareció San José a Clemente Domínguez y le dio el siguiente Mensaje:)

San José con el Niño Jesús

«Hijos míos: Vengo como mensajero de Jesús y de María y como Padre de la Iglesia.
Escribe, hijo, para mis seminaristas: QUE SE CONSAGREN A DIOS ÍNTEGRAMENTE, SIN REGATEAR NADA, PRINCIPALMENTE EL CELIBATO, CAMINO DE VERDADERA SANTIDAD. Que sean fieles a la tradición por la que tantos mártires dieron su vida. Que sigan fieles devotos de mi Virginal Esposa, la Inmaculada María. Que se consagren a Ella con toda pureza y llegarán a ser grandes sacerdotes, para extender el Evangelio dignamente. Jesús y María están sufriendo mucho por los seminaristas que no se consagran íntegramente. ¿Cómo van a esperar grandes frutos si no se dan plenamente? Como Padre de la Iglesia que soy, llamo a mis hijos para que no olviden LA MEDIACIÓN UNIVERSAL DE LA MADRE DE DIOS, MI AUGUSTA ESPOSA.
A mis hijos, los Sacerdotes, les pido que recuerden los votos que juraron llevar a la práctica. ESTOY MUY APENADO POR LOS NUEVOS SACERDOTES PARTIDARIOS DE ABOLIR EL SACROSANTO CELIBATO. Quiero Sacerdotes castos, que se entreguen abiertamente a Jesús y María.
A mis hijos, los fieles, les pido que rueguen incesantemente a María para que haya en la Iglesia muchos santos sacerdotes para salvar al mundo. Estoy disgustado con los fieles que se dedican a censurar a los Ministros de Dios; pero no se dignan elevar plegarias a Dios, pidiendo por ellos, sus salvadores. Os bendigo».

Día 25 de octubre de 1970
(Sagrado Lugar del Lentisco de El Palmar de Troya. Apariciones y Mensajes a Clemente Domínguez:)

San José
«Todos participamos de la Realeza de Cristo. El monte de Cristo Rey aquí está, proclamadlo siempre: El Palmar es el monte de Cristo Rey. Aquí sí reina Jesús; con vuestras oraciones habéis contribuido a que reine Jesús y a que reine María, mi dulce Esposa y virginal Madre de Jesús».

Día 1 de abril de 1973
(Sagrado Lugar del Lentisco de El Palmar de Troya. Se celebró el Santo Sacrificio de la Misa por un Sacerdote filipino, que había llegado a Sevilla el 31 de marzo de 1973, para corresponder a la llamada de la Santísima Virgen María para la Semana Santa en El Palmar de Troya. Después de la Santa Misa, se apareció el Glorioso Patriarca San José a Clemente Domínguez y le dio el siguiente Mensaje:)

El Glorioso Patriarca San José

(Dirigiéndose primero al Sacerdote, dijo:) «Hijo mío: Yo, José, el esposo de María, te agradezco esta visita a este Sagrado Lugar, y te agradezco lo mucho que haces para ensalzarme para bien de toda la Iglesia. Como Padre que soy de la Iglesia, estoy contigo en todo momento. Querido hijo: Gracias por este Santo Sacrificio de la Misa que has ofrecido a la Trinidad Augusta, lleno de alabanzas, de honor y gloria. Ha agradado al Padre Celestial. Te bendigo y bendigo a todos».

(Después, dirigiéndose a todos los presentes, mandó que se postraran de rodillas para recibir su bendición, pronunciando este Mensaje:)
«Con humildad y agradecimiento de los dones divinos, reconociendo la grandeza de Dios y la nada del hombre. Desgraciadamente, en estos días, con tantas innovaciones en la Iglesia, muchos fieles no se arrodillan cuando reciben la bendición del Sacerdote, olvidando que el Sacerdote bendice en Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, o sea en Nombre de Dios. Es una pena que todas estas cosas se hayan olvidado. Por eso, en este Lugar, el Cielo está recordando las enseñanzas de la Madre Iglesia, hoy tan menospreciada, tan mutilada y cambiada. Pero la Verdad nunca cambia. Son los hombres los que cambian. Todos vosotros, desde pequeños, habéis sido instruidos en la Verdad». (San José exhorta a los fieles que recuerden las enseñanzas que ha habido siempre en la Iglesia y que se vuelva a la Santa Tradición. Continúa hablando:) «¿Cómo es que ahora ya no tienen valor? ¡Oh, hijitos! Jesús y María están muy tristes, porque en estos días no se presta atención debida a las enseñanzas de la Santa Tradición, que tanto bien hizo a la Iglesia, que tantos Santos se formaron en esas enseñanzas. Hijitos míos: No os apartéis del auténtico camino. Seguid firmes en las enseñanzas que habéis recibido de la Tradición y apartaos de progresismos y confusionismos. Mis queridos hijos: Vosotros, los que habéis leído la vida de los Santos, aprended de ellos y apartaos de los falsos doctores, de falsos profetas y falsos místicos, y conservad íntegra la Santa Tradición. Procurad todos acudir a aquellos lugares donde se conserve íntegra la doctrina sana y apartaos de aquellos lugares donde se enseña la doctrina falsa, ya en la Iglesia, ya en las aulas, ya en lugares que se llaman de Apariciones. Todo lo que se aparte de la autenticidad, apartaos de ello. Y, como Padre de la Iglesia, os bendigo a todos. Los que puedan de rodillas. Procurad acudir a la solemnidad de la Semana Santa a este Sagrado Lugar y extendedlo por todas partes, especialmente en la Festividad de la Resurrección, en la noche del Sábado al Domingo, y en el mismo Domingo. Mas, si es posible en los demás días».

Día 1 de agosto de 1973
(Barcelona. Santuario de San José de la Montaña. Alrededor de las 6 de la tarde, se congregó un buen número de fieles devotos de El Palmar, pertenecientes a los Grupos de Oración de la capital y pueblos. Tras rezar todos, ante la venerada Imagen de San José, el Santo Rosario Penitencial de Padrenuestros, dirigido por Clemente Domínguez, sobre las 6,45 se apareció a Clemente el Patriarca San José, y le dio el siguiente Mensaje:)

El Glorioso Patriarca San José
«Mis queridos hijos: Vengo como Padre de la Iglesia y de todos vosotros. Querido rebaño de Barcelona, Cataluña. Gracias por esta vuestra visita a este Sagrado Lugar. Os comunico a todos vosotros que, por deseos de la Siempre Virgen María, SOY DECLARADO POR LA AUGUSTA TRINIDAD, PROTECTOR ESPECIAL DE BARCELONA Y DE TODA CATALUÑA, especialmente para los días de la gran ofuscación que se aproximan. Queridos hijos: Podéis contar con este vuestro Padre Bondadoso como Protector en todos vuestros peligros; especialmente, en peligros de plagas, de muertes, de epidemias y otros castigos. Yo seré el Protector especial para esa hora. Invocadme con frecuencia para que acuda a socorreros en todo momento.
¡Adelante, mis queridos hijos de Cataluña! RESTABLECED EL CULTO DEBIDO A ESTE VUESTRO PADRE. A éste que, por designio de la Providencia, intercede constantemente ante el Trono de la Inmaculada y ante el Trono del Salvador. Tenéis un poderoso Protector. OS LO ASEGURO QUE MI ESTANDARTE BRILLARÁ EN TODA ESPAÑA COMO EL GUARDIÁN DE LA FE CATÓLICA, APOSTÓLICA Y ROMANA.
Se aproximan días en que el dragón infernal zarandeará y cribará por doquier, en todo momento y lugar. Pero acudid a Mí como abogado vuestro y de seguro Satán perderá fuerzas. Pedid especialmente la castidad, la pureza. ¡Oh, hijitos míos: Limpiad el mundo con vuestro testimonio! PRONTO, MUY PRONTO EN LOS CIELOS DE ESPAÑA SERÉ VISTO COMO EL GUARDIÁN, EL PROTECTOR, EL ÁNGEL DE LA FE Y EL GRAN BATALLADOR. Incrementad vuestras oraciones y penitencias. Sobre todo, rezad con devoción el Santo Rosario Penitencial de Padrenuestros; y esto es potestativo para todos los Cenáculos, tanto de Cataluña, como de toda España y allende las fronteras. Mirad, mirad: Satán arremeterá ahora contra el Rosario Penitencial; y observad cómo la Ira del Eterno Padre ha ido aplacándose, porque tantas veces al día recitáis: Padre nuestro, que estás en los Cielos, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino…
El que tantas veces al día clama al Eterno Padre, no puede caer en la confusión y en el error. ¿Por qué hay hoy tanta confusión en los Grupos de Oración? Porque se ha ido suprimiendo el Rosario Penitencial. Y al no rezarse, no pueden acogerse a las promesas que hay a aquellos que lo rezan; y, una de ellas es la comprensión de los misterios. ¡Oh, hijitos míos: Apartaos de novedades y seguid la oración penitencial! YO OS PROMETO SOLEMNEMENTE, COMO PADRE DE LA IGLESIA Y DE TODOS VOSOTROS, QUE EN AQUELLAS CASAS QUE TODOS LOS DÍAS SE RECE EL SANTO ROSARIO DE PADRENUESTROS, SENTIRÁN MI PRESENCIA PALPABLE EN MÁS DE UNA OCASIÓN Y SERÁN PROTEGIDOS POR MÍ DE FORMA ESPECIAL. Mi bendición a todos vosotros, a los Grupos de Oración, a España y a todas las Naciones». (Terminado el Mensaje, el Patriarca San José sigue hablando, refiriéndose a Clemente Domínguez y a los que le acompañan en el viaje:)
«Por deseo de mi Augusta Esposa, ha terminado aquí, en este Sagrado Lugar, vuestra misión. No os queda otra cosa que avanzar en carretera rumbo a Italia. Mi bendición paternal a vosotros en este apostolado a realizar. Y en este viaje, Yo también estaré con vosotros; y no os preocupéis por los asientos porque yo quepo en todo lugar».

Día 10 de diciembre de 1969
(Fuera de la Finca de las Apariciones de El Palmar de Troya, Utrera, Sevilla, España. El portillo de entrada a la Finca de las Apariciones, llamada La Alcaparrosa, se hallaba cerrado por orden de la autoridad civil. El vidente Clemente Domínguez y Gómez, acompañado de Manuel Alonso Corral y de otros seguidores de las Apariciones, se halló rezando fuera de la finca, próximo al portillo de acceso a la misma. El referido vidente, entró en éxtasis ante la aparición del Patriarca San José en el Sagrado Lugar del Lentisco, que está dentro de la finca. San José se trasladó desde el Lentisco hasta la pared de la carretera, fuera de la finca. Clemente Domínguez tuvo una visión de su futuro Sacerdocio, pues, revestido con los sagrados ornamentos sacerdotales, se dispuso a celebrar la Misa, recitando parte de la misma, tal y como se lo iba indicando San José. El vidente, en éxtasis, dio la bendición. San José bendijo a todos.

Día 19 de marzo de 1970
(Sagrado Lugar del Lentisco de El Palmar de Troya. Se apareció San José a Clemente Domínguez y le dio el siguiente Mensaje:)

San José con el Niño Jesús

«Hijos míos: Vengo como mensajero de Jesús y de María y como Padre de la Iglesia.
Escribe, hijo, para mis seminaristas: QUE SE CONSAGREN A DIOS ÍNTEGRAMENTE, SIN REGATEAR NADA, PRINCIPALMENTE EL CELIBATO, CAMINO DE VERDADERA SANTIDAD. Que sean fieles a la tradición por la que tantos mártires dieron su vida. Que sigan fieles devotos de mi Virginal Esposa, la Inmaculada María. Que se consagren a Ella con toda pureza y llegarán a ser grandes sacerdotes, para extender el Evangelio dignamente. Jesús y María están sufriendo mucho por los seminaristas que no se consagran íntegramente. ¿Cómo van a esperar grandes frutos si no se dan plenamente? Como Padre de la Iglesia que soy, llamo a mis hijos para que no olviden LA MEDIACIÓN UNIVERSAL DE LA MADRE DE DIOS, MI AUGUSTA ESPOSA.
A mis hijos, los Sacerdotes, les pido que recuerden los votos que juraron llevar a la práctica. ESTOY MUY APENADO POR LOS NUEVOS SACERDOTES PARTIDARIOS DE ABOLIR EL SACROSANTO CELIBATO. Quiero Sacerdotes castos, que se entreguen abiertamente a Jesús y María.
A mis hijos, los fieles, les pido que rueguen incesantemente a María para que haya en la Iglesia muchos santos sacerdotes para salvar al mundo. Estoy disgustado con los fieles que se dedican a censurar a los Ministros de Dios; pero no se dignan elevar plegarias a Dios, pidiendo por ellos, sus salvadores. Os bendigo».

Día 25 de octubre de 1970
(Sagrado Lugar del Lentisco de El Palmar de Troya. Apariciones y Mensajes a Clemente Domínguez:)

San José
«Todos participamos de la Realeza de Cristo. El monte de Cristo Rey aquí está, proclamadlo siempre: El Palmar es el monte de Cristo Rey. Aquí sí reina Jesús; con vuestras oraciones habéis contribuido a que reine Jesús y a que reine María, mi dulce Esposa y virginal Madre de Jesús».

Día 1 de abril de 1973
(Sagrado Lugar del Lentisco de El Palmar de Troya. Se celebró el Santo Sacrificio de la Misa por un Sacerdote filipino, que había llegado a Sevilla el 31 de marzo de 1973, para corresponder a la llamada de la Santísima Virgen María para la Semana Santa en El Palmar de Troya. Después de la Santa Misa, se apareció el Glorioso Patriarca San José a Clemente Domínguez y le dio el siguiente Mensaje:)

El Glorioso Patriarca San José

(Dirigiéndose primero al Sacerdote, dijo:) «Hijo mío: Yo, José, el esposo de María, te agradezco esta visita a este Sagrado Lugar, y te agradezco lo mucho que haces para ensalzarme para bien de toda la Iglesia. Como Padre que soy de la Iglesia, estoy contigo en todo momento. Querido hijo: Gracias por este Santo Sacrificio de la Misa que has ofrecido a la Trinidad Augusta, lleno de alabanzas, de honor y gloria. Ha agradado al Padre Celestial. Te bendigo y bendigo a todos».

(Después, dirigiéndose a todos los presentes, mandó que se postraran de rodillas para recibir su bendición, pronunciando este Mensaje:)
«Con humildad y agradecimiento de los dones divinos, reconociendo la grandeza de Dios y la nada del hombre. Desgraciadamente, en estos días, con tantas innovaciones en la Iglesia, muchos fieles no se arrodillan cuando reciben la bendición del Sacerdote, olvidando que el Sacerdote bendice en Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, o sea en Nombre de Dios. Es una pena que todas estas cosas se hayan olvidado. Por eso, en este Lugar, el Cielo está recordando las enseñanzas de la Madre Iglesia, hoy tan menospreciada, tan mutilada y cambiada. Pero la Verdad nunca cambia. Son los hombres los que cambian. Todos vosotros, desde pequeños, habéis sido instruidos en la Verdad». (San José exhorta a los fieles que recuerden las enseñanzas que ha habido siempre en la Iglesia y que se vuelva a la Santa Tradición. Continúa hablando:) «¿Cómo es que ahora ya no tienen valor? ¡Oh, hijitos! Jesús y María están muy tristes, porque en estos días no se presta atención debida a las enseñanzas de la Santa Tradición, que tanto bien hizo a la Iglesia, que tantos Santos se formaron en esas enseñanzas. Hijitos míos: No os apartéis del auténtico camino. Seguid firmes en las enseñanzas que habéis recibido de la Tradición y apartaos de progresismos y confusionismos. Mis queridos hijos: Vosotros, los que habéis leído la vida de los Santos, aprended de ellos y apartaos de los falsos doctores, de falsos profetas y falsos místicos, y conservad íntegra la Santa Tradición. Procurad todos acudir a aquellos lugares donde se conserve íntegra la doctrina sana y apartaos de aquellos lugares donde se enseña la doctrina falsa, ya en la Iglesia, ya en las aulas, ya en lugares que se llaman de Apariciones. Todo lo que se aparte de la autenticidad, apartaos de ello. Y, como Padre de la Iglesia, os bendigo a todos. Los que puedan de rodillas. Procurad acudir a la solemnidad de la Semana Santa a este Sagrado Lugar y extendedlo por todas partes, especialmente en la Festividad de la Resurrección, en la noche del Sábado al Domingo, y en el mismo Domingo. Mas, si es posible en los demás días».

Día 1 de agosto de 1973
(Barcelona. Santuario de San José de la Montaña. Alrededor de las 6 de la tarde, se congregó un buen número de fieles devotos de El Palmar, pertenecientes a los Grupos de Oración de la capital y pueblos. Tras rezar todos, ante la venerada Imagen de San José, el Santo Rosario Penitencial de Padrenuestros, dirigido por Clemente Domínguez, sobre las 6,45 se apareció a Clemente el Patriarca San José, y le dio el siguiente Mensaje:)

El Glorioso Patriarca San José
«Mis queridos hijos: Vengo como Padre de la Iglesia y de todos vosotros. Querido rebaño de Barcelona, Cataluña. Gracias por esta vuestra visita a este Sagrado Lugar. Os comunico a todos vosotros que, por deseos de la Siempre Virgen María, SOY DECLARADO POR LA AUGUSTA TRINIDAD, PROTECTOR ESPECIAL DE BARCELONA Y DE TODA CATALUÑA, especialmente para los días de la gran ofuscación que se aproximan. Queridos hijos: Podéis contar con este vuestro Padre Bondadoso como Protector en todos vuestros peligros; especialmente, en peligros de plagas, de muertes, de epidemias y otros castigos. Yo seré el Protector especial para esa hora. Invocadme con frecuencia para que acuda a socorreros en todo momento.
¡Adelante, mis queridos hijos de Cataluña! RESTABLECED EL CULTO DEBIDO A ESTE VUESTRO PADRE. A éste que, por designio de la Providencia, intercede constantemente ante el Trono de la Inmaculada y ante el Trono del Salvador. Tenéis un poderoso Protector. OS LO ASEGURO QUE MI ESTANDARTE BRILLARÁ EN TODA ESPAÑA COMO EL GUARDIÁN DE LA FE CATÓLICA, APOSTÓLICA Y ROMANA.
Se aproximan días en que el dragón infernal zarandeará y cribará por doquier, en todo momento y lugar. Pero acudid a Mí como abogado vuestro y de seguro Satán perderá fuerzas. Pedid especialmente la castidad, la pureza. ¡Oh, hijitos míos: Limpiad el mundo con vuestro testimonio! PRONTO, MUY PRONTO EN LOS CIELOS DE ESPAÑA SERÉ VISTO COMO EL GUARDIÁN, EL PROTECTOR, EL ÁNGEL DE LA FE Y EL GRAN BATALLADOR. Incrementad vuestras oraciones y penitencias. Sobre todo, rezad con devoción el Santo Rosario Penitencial de Padrenuestros; y esto es potestativo para todos los Cenáculos, tanto de Cataluña, como de toda España y allende las fronteras. Mirad, mirad: Satán arremeterá ahora contra el Rosario Penitencial; y observad cómo la Ira del Eterno Padre ha ido aplacándose, porque tantas veces al día recitáis: Padre nuestro, que estás en los Cielos, santificado sea tu Nombre, venga a nosotros tu Reino…

El que tantas veces al día clama al Eterno Padre, no puede caer en la confusión y en el error. ¿Por qué hay hoy tanta confusión en los Grupos de Oración? Porque se ha ido suprimiendo el Rosario Penitencial. Y al no rezarse, no pueden acogerse a las promesas que hay a aquellos que lo rezan; y, una de ellas es la comprensión de los misterios. ¡Oh, hijitos míos: Apartaos de novedades y seguid la oración penitencial! YO OS PROMETO SOLEMNEMENTE, COMO PADRE DE LA IGLESIA Y DE TODOS VOSOTROS, QUE EN AQUELLAS CASAS QUE TODOS LOS DÍAS SE RECE EL SANTO ROSARIO DE PADRENUESTROS, SENTIRÁN MI PRESENCIA PALPABLE EN MÁS DE UNA OCASIÓN Y SERÁN PROTEGIDOS POR MÍ DE FORMA ESPECIAL. Mi bendición a todos vosotros, a los Grupos de Oración, a España y a todas las Naciones». (Terminado el Mensaje, el Patriarca San José sigue hablando, refiriéndose a Clemente Domínguez y a los que le acompañan en el viaje:)
«Por deseo de mi Augusta Esposa, ha terminado aquí, en este Sagrado Lugar, vuestra misión. No os queda otra cosa que avanzar en carretera rumbo a Italia. Mi bendición paternal a vosotros en este apostolado a realizar. Y en este viaje, Yo también estaré con vosotros; y no os preocupéis por los asientos porque yo quepo en todo lugar».

Biografía del Santísimo José del Palmar Coronado, Virrey del Carmelo y Copatrón Universal

19 de marzo

El Santísimo José fue predestinado desde toda la eternidad, en la mente divina, para la altísima dignidad de Padre Virginal de Jesús y Esposo Virginal de María, y por consiguiente para ser Jefe de la Sagrada Familia. Los padres de San José fueron Jacob y Raquel, ambos de la tribu de Judá y descendientes directos del rey David. El 18 de octubre del año 5171, se les apareció el Alma Divinísima de Cristo, acompañado del Alma Divina de María, y les reveló que tendrían un hijo al que llamarían José, pues el Altísimo le encumbraría con la dignidad de Padre, Esposo y Rey. La concepción del Santísimo José fue el día 20 de octubre del año 5171. Por un singularísimo privilegio, fue concebido con la gracia justificante imperfecta, en virtud de lo cual no heredó la culpa mortal de Adán ni la habitabilidad de Satanás que ella implica, siendo en este aspecto San José Irredento. No obstante, el Santísimo José sí estuvo sometido en parte al decreto divino de la Redención, en cuanto que heredó en su alma, al ser concebido, la mancha del pecado original, que es la carencia de la Habitabilidad del Espíritu Santo. En este aspecto, San José tuvo que ser redimido.

El Santísimo José, el día 20 de enero del año 5172, o sea al tercer mes de su concepción, fue presantificado en el vientre de su madre por el Alma Divinísima de Cristo, mediante el Sacramento de la Triple Bendición, quedándole borrada la mancha del pecado original al recibir la Habitabilidad del Espíritu Santo. El Niño José, en el mismo instante de su presantificación, hizo a Dios su voto de Virginidad Perpetua, quedó desposado con las Almas de Cristo y María, fue lleno de gracia, gozó del uso de razón, de la ciencia infusa y de otros altísimos dones, como fue el de la visión beatífica, de la cual gozó durante toda su vida desde el momento de quedar presantificado. El Niño José fue lleno en su presantificación de todas las virtudes y gracias, en tal grado de excelencia, que, después de la Divina María, supera a todos los ángeles y santos juntos. Dichos dones fueron aumentando continuamente a medida que su perfectísimo amor a Dios se intensificaba, unido a sus sufrimientos. El cuerpo accidental de San José, al ser presantificado alcanzó su plena perfección y una belleza indescriptible que después de María supera a todos los humanos. En virtud de la gracia de la impecancia recibida por el Gloriosísimo Patriarca en el momento de su presantificación, San José no pudo pecar nunca ni mortal ni venialmente, y estuvo limpio de toda clase de imperfección, tanto en su alma como en su cuerpo.

San José nació en Belén, el día 20 de julio del año 5172. Fue el único hijo que tuvieron sus padres Jacob y Raquel. Al octavo día de su nacimiento, sus Padres cumplieron con el rito legal de la circuncisión y le impusieron el Nombre de José. A los cuarenta días de su nacimiento, tuvo lugar el rito legal de la Presentación, en el Templo de Jerusalén, del Santísimo Niño José por sus padres, y el de la purificación de Raquel, su madre. En Nazaret transcurrió la mayor parte de la vida de San José. Cuando San José tenía dieciocho años de edad, murió su madre y, poco después, su padre. Ya huérfano, para vivir en voluntaria pobreza, repartió sus bienes entre los necesitados, entregando de su herencia una parte al Templo de Jerusalén, junto al cual trabajó después como carpintero, y en donde vivió como miembro de la Tercera Orden Carmelitana, aunque de su herencia conservó la casa que tenía en Nazaret. Al llegar San José al Templo, ya hacía seis años que moraba en él la Santísima Virgen María como religiosa carmelitana. Ambos jamás se vieron personalmente hasta el mismo día de su Desposorio. La Divina María sabía que el Santísimo José era el elegido por Dios para ser su Esposo, predestinado para Ella desde toda la eternidad, y que estaba también ligado con voto de perpetua virginidad.

Igualmente San José sabía que la Divina María era la elegida por Dios para ser su Esposa, predestinada para él desde toda la eternidad, y que estaba también ligada con voto de perpetua virginidad. María y José, conociendo que había llegado la hora de la Encarnación del Verbo Divino por obra y gracia del Espíritu Santo, sin detrimento de sus respectivas virginidades, aceptaron plenamente la disposición del Cielo, obedeciendo sumisos al Anciano Simeón con indescriptible entrega e inmolación de sus propias voluntades y, a la vez, con la absoluta confianza de que permanecerían siempre Vírgenes, aun dentro del matrimonio, según sus deseos. La Divina María renunció con vehementísima y heroica generosidad a su ardiente deseo de permanecer siempre en la vida religiosa. El matrimonio de la Santísima Virgen María, de diecisiete años de edad, y del Santísimo José, de veintiséis años de edad, fue en el Templo de Jerusalén, el día 23 de enero del año 5199, y fue en presencia del Sumo Sacerdote Levítico Simeón. Días después, los nuevos Esposos se fueron a Nazaret. El día 25 de marzo del año 5199, se obró la Encarnación del Verbo Divino en las Purísimas Entrañas de la Divina María por obra y gracia del Espíritu Santo. El 30 de marzo del año 5199, el Santísimo José estuvo con la Santísima Virgen María en la visita que Ella hizo a su prima Santa Isabel. Días después del nacimiento de San Juan Bautista, que fue el 24 de junio del mismo año, la Santísima Virgen María y San José volvieron a Nazaret.

Por aquellos días, el emperador César Augusto mandó empadronar a todos los súbditos del Imperio Romano, y los del territorio de Israel fueron a inscribir sus nombres en la ciudad de donde procedían sus antepasados. San José, como era de la casa y familia de David, fue con la Divina María desde Nazaret a la ciudad de Belén, próxima a Jerusalén. En Belén, a la hora de medianoche, cuando entraba el Domingo 25 de diciembre del año de la Creación 5199, la Divina María dio a luz a su Hijo Jesús en una gruta, pues no encontraron sitio en ninguna casa. A los ocho días de nacer, San José circuncidó a su Divino Hijo en la Gruta de Belén y le impuso el Nombre de Jesús. A los cuarenta días del Nacimiento del Niño Jesús, la Sagrada Familia se trasladó de Belén al Templo de Jerusalén, para cumplir con el requisito de la purificación de la Madre y el de la presentación a Dios del Niño Jesús, como mandaba la Ley de Moisés.

A causa de la persecución del impío rey Herodes el Grande, San José, avisado en sueños por el Arcángel San Gabriel, el 17 de febrero del año 1, marchó a Egipto con el Niño Jesús y su Madre, en donde estuvieron algo más de siete años. Después de la muerte del rey Herodes, San José, avisado en sueños por el Arcángel San Gabriel, el 30 de marzo del año 8, salió con el Niño Jesús y su Madre, para la tierra de Israel, y se fueron a vivir a la ciudad de Nazaret, en Galilea. Jesús, en Nazaret, ayudó a su Padre San José en el oficio de carpintero. El día 19 de marzo del año 5228, el Santísimo José, a la edad de cincuenta y cinco años, murió de amor en los brazos de Jesús y María, en la ciudad de Jerusalén, y fue enterrado en el sepulcro junto al valle de Josafat, en donde años más tarde sería depositado el Cuerpo dormido de la Divina María. La muerte de San José fue sólo la de su cuerpo accidental, es decir, la muerte clínica, siendo además exento del juicio particular. Pues, su cuerpo esencial, al ser esencialmente glorioso, no podía morir. Por eso, tras la muerte del cuerpo accidental de San José, su cuerpo esencial quedó sumido en dulce dormición; y así, unido a su Alma, permaneció dormido e insensible al gozo beatífico de la misma, y a cualquier otro gozo, en el Limbo de los Justos, hasta que Cristo expiró, participando desde entonces y para siempre del gozo beatífico del alma. Un instante después de que resucitase Nuestro Señor Jesucristo, resucitó el cuerpo accidental de San José al quedar unido a su alma y a su cuerpo esencial, participando del gozo beatífico del alma hasta la Ascensión del Señor; pues en este día, 5 de mayo del año 34 de la Era Cristiana, tras una Dulce Dormición, San José fue asunto al Cielo con su alma y sus cuerpos. El cuerpo accidental de San José estuvo dormido en el Cielo, sin participar del gozo beatífico, hasta el momento en que la Santísima Virgen María fue asunta al Cielo en Cuerpo y Alma el 15 de agosto del año 57 de la Era Cristiana.

El Santísimo José fue predestinado desde toda la eternidad, en la mente divina, para la altísima dignidad de Padre Virginal de Jesús y Esposo Virginal de María, y por consiguiente para ser Jefe de la Sagrada Familia. Los padres de San José fueron Jacob y Raquel, ambos de la tribu de Judá y descendientes directos del rey David. El 18 de octubre del año 5171, se les apareció el Alma Divinísima de Cristo, acompañado del Alma Divina de María, y les reveló que tendrían un hijo al que llamarían José, pues el Altísimo le encumbraría con la dignidad de Padre, Esposo y Rey. La concepción del Santísimo José fue el día 20 de octubre del año 5171. Por un singularísimo privilegio, fue concebido con la gracia justificante imperfecta, en virtud de lo cual no heredó la culpa mortal de Adán ni la habitabilidad de Satanás que ella implica, siendo en este aspecto San José Irredento. No obstante, el Santísimo José sí estuvo sometido en parte al decreto divino de la Redención, en cuanto que heredó en su alma, al ser concebido, la mancha del pecado original, que es la carencia de la Habitabilidad del Espíritu Santo. En este aspecto, San José tuvo que ser redimido.
El Santísimo José, el día 20 de enero del año 5172, o sea al tercer mes de su concepción, fue presantificado en el vientre de su madre por el Alma Divinísima de Cristo, mediante el Sacramento de la Triple Bendición, quedándole borrada la mancha del pecado original al recibir la Habitabilidad del Espíritu Santo. El Niño José, en el mismo instante de su presantificación, hizo a Dios su voto de Virginidad Perpetua, quedó desposado con las Almas de Cristo y María, fue lleno de gracia, gozó del uso de razón, de la ciencia infusa y de otros altísimos dones, como fue el de la visión beatífica, de la cual gozó durante toda su vida desde el momento de quedar presantificado. El Niño José fue lleno en su presantificación de todas las virtudes y gracias, en tal grado de excelencia, que, después de la Divina María, supera a todos los ángeles y santos juntos. Dichos dones fueron aumentando continuamente a medida que su perfectísimo amor a Dios se intensificaba, unido a sus sufrimientos. El cuerpo accidental de San José, al ser presantificado alcanzó su plena perfección y una belleza indescriptible que después de María supera a todos los humanos. En virtud de la gracia de la impecancia recibida por el Gloriosísimo Patriarca en el momento de su presantificación, San José no pudo pecar nunca ni mortal ni venialmente, y estuvo limpio de toda clase de imperfección, tanto en su alma como en su cuerpo.


San José nació en Belén, el día 20 de julio del año 5172. Fue el único hijo que tuvieron sus padres Jacob y Raquel. Al octavo día de su nacimiento, sus Padres cumplieron con el rito legal de la circuncisión y le impusieron el Nombre de José. A los cuarenta días de su nacimiento, tuvo lugar el rito legal de la Presentación, en el Templo de Jerusalén, del Santísimo Niño José por sus padres, y el de la purificación de Raquel, su madre. En Nazaret transcurrió la mayor parte de la vida de San José. Cuando San José tenía dieciocho años de edad, murió su madre y, poco después, su padre. Ya huérfano, para vivir en voluntaria pobreza, repartió sus bienes entre los necesitados, entregando de su herencia una parte al Templo de Jerusalén, junto al cual trabajó después como carpintero, y en donde vivió como miembro de la Tercera Orden Carmelitana, aunque de su herencia conservó la casa que tenía en Nazaret. 

Al llegar San José al Templo, ya hacía seis años que moraba en él la Santísima Virgen María como religiosa carmelitana. Ambos jamás se vieron personalmente hasta el mismo día de su Desposorio. La Divina María sabía que el Santísimo José era el elegido por Dios para ser su Esposo, predestinado para Ella desde toda la eternidad, y que estaba también ligado con voto de perpetua virginidad. 

Igualmente San José sabía que la Divina María era la elegida por Dios para ser su Esposa, predestinada para él desde toda la eternidad, y que estaba también ligada con voto de perpetua virginidad. María y José, conociendo que había llegado la hora de la Encarnación del Verbo Divino por obra y gracia del Espíritu Santo, sin detrimento de sus respectivas virginidades, aceptaron plenamente la disposición del Cielo, obedeciendo sumisos al Anciano Simeón con indescriptible entrega e inmolación de sus propias voluntades y, a la vez, con la absoluta confianza de que permanecerían siempre Vírgenes, aun dentro del matrimonio, según sus deseos. La Divina María renunció con vehementísima y heroica generosidad a su ardiente deseo de permanecer siempre en la vida religiosa. 

El matrimonio de la Santísima Virgen María, de diecisiete años de edad, y del Santísimo José, de veintiséis años de edad, fue en el Templo de Jerusalén, el día23 de enero del año 5199, y fue en presencia del Sumo Sacerdote Levítico Simeón. Días después, los nuevos Esposos se fueron a Nazaret. El día 25 de marzo del año 5199, se obró la Encarnación del Verbo Divino en las Purísimas Entrañas de la Divina María por obra y gracia del Espíritu Santo. El 30 de marzo del año 5199, el Santísimo José estuvo con la Santísima Virgen María en la visita que Ella hizo a su prima Santa Isabel. Días después del nacimiento de San Juan Bautista, que fue el 24 de junio del mismo año, la Santísima Virgen María y San José volvieron a Nazaret.
Por aquellos días, el emperador César Augusto mandó empadronar a todos los súbditos del Imperio Romano, y los del territorio de Israel fueron a inscribir sus nombres en la ciudad de donde procedían sus antepasados. San José, como era de la casa y familia de David, fue con la Divina María desde Nazaret a la ciudad de Belén, próxima a Jerusalén. En Belén, a la hora de medianoche, cuando entraba el Domingo 25 de diciembre del año de la Creación 5199, la Divina María dio a luz a su Hijo Jesús en una gruta, pues no encontraron sitio en ninguna casa. A los ocho días de nacer, San José circuncidó a su Divino Hijo en la Gruta de Belén y le impuso el Nombre de Jesús. A los cuarenta días del Nacimiento del Niño Jesús, la Sagrada Familia se trasladó de Belén al Templo de Jerusalén, para cumplir con el requisito de la purificación de la Madre y el de la presentación a Dios del Niño Jesús, como mandaba la Ley de Moisés.

A causa de la persecución del impío rey Herodes el Grande, San José, avisado en sueños por el Arcángel San Gabriel, el 17 de febrero del año 1, marchó a Egipto con el Niño Jesús y su Madre, en donde estuvieron algo más de siete años. Después de la muerte del rey Herodes, San José, avisado en sueños por el Arcángel San Gabriel, el 30 de marzo del año 8, salió con el Niño Jesús y su Madre, para la tierra de Israel, y se fueron a vivir a la ciudad de Nazaret, en Galilea. Jesús, en Nazaret, ayudó a su Padre San José en el oficio de carpintero. El día 19 de marzo del año 5228, el Santísimo José, a la edad de cincuenta y cinco años, murió de amor en los brazos de Jesús y María, en la ciudad de Jerusalén, y fue enterrado en el sepulcro junto al valle de Josafat, en donde años más tarde sería depositado el Cuerpo dormido de la Divina María.

La muerte de San José fue sólo la de su cuerpo accidental, es decir, la muerte clínica, siendo además exento del juicio particular. Pues, su cuerpo esencial, al ser esencialmente glorioso, no podía morir. Por eso, tras la muerte del cuerpo accidental de San José, su cuerpo esencial quedó sumido en dulce dormición; y así, unido a su Alma, permaneció dormido e insensible al gozo beatífico de la misma, y a cualquier otro gozo, en el Limbo de los Justos, hasta que Cristo expiró, participando desde entonces y para siempre del gozo beatífico del alma. Un instante después de que resucitase Nuestro Señor Jesucristo, resucitó el cuerpo accidental de San José al quedar unido a su alma y a su cuerpo esencial, participando del gozo beatífico del alma hasta la Ascensión del Señor; pues en este día, 5 de mayo del año 34 de la Era Cristiana, tras una Dulce Dormición, San José fue asunto al Cielo con su alma y sus cuerpos. El cuerpo accidental de San José estuvo dormido en el Cielo, sin participar del gozo beatífico, hasta el momento en que la Santísima Virgen María fue asunta al Cielo en Cuerpo y Alma el 15 de agosto del año 57 de la Era Cristiana.